Tuesday, May 26, 2015

Conversación entre gemelos antes de nacer



En el vientre de su madre conversaban los gemelos.
Uno le preguntó al otro:
-¿Crees en la vida después de salir de acá?
El otro replicó: -¿Por qué? Claro que tiene que haber algo cuando dejemos este lugar. Es posible que nos estemos preparando para eso que ha de venir.
-No tiene sentido- dijo el primero, -no hay vida luego de salir de acá. ¿Qué tipo de vida sería?
El segundo respondió:
-Yo no sé, pero seguro habrá más luz que acá. Puede que caminemos con nuestras piernas
y comamos con nuestras bocas. Puede que tengamos otros sentidos que no podemos entender ahora.

El primero contestó:
-Eso es absurdo. Caminar es imposible. ¿Y comer con nuestras bocas?
 ¡Ridículo! El cordón umbilical nos suple de todo lo que necesitamos para nutrirnos. Pero el cordón es muy corto. La idea de una vida fuera de aquí debe ser lógicamente desechada.

Pero el segundo insistió:
-Bueno, yo pienso que hay algo, es posible que sea diferente de este lugar. Puede que nosotros no necesitemos el cordón umbilical ya más.

-Vamos. En serio, no tiene sentido. Y además, si hay vida, ¿por qué nadie ha regresado desde allá? El salir de este lugar es el fin de la vida, y luego de ello no hay nada más que oscuridad y silencio. No lleva a ningún lado.

-En realidad no sé- dijo el otro, -pero ciertamente conoceremos a nuestra Madre y ella cuidará de nosotros.

-¿Madre? ¿Actualmente de veras crees que hay una madre? No me hagas reír. Si la tal “Madre” existe, ¿dónde está ella ahora?

-Ella está alrededor de nosotros. Estamos rodeados por Ella. Somos de Ella. Es en Ella que vivimos. Sin Ella este mundo no podría existir.

-Yo no la veo, por lo tanto es lógico que ella no exista.
-A veces, cuando estás en silencio y pones tu atención en lo que en verdad existe, tú puedes percibir Su presencia, y puedes escuchar su amorosa voz, llamándonos desde arriba.


Es interesante que esta analogía contiene la respuesta a la irónica pregunta que Nicodemo, maestro de la ley y parte de los setenta notables que gobernaban el pueblo judío en Palestina en la época de Jesús, esto es, nadie ha vuelto al vientre de la madre, como nadie regresa de la muerte:
"Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos.  Éste vino a Jesús de noche y le dijo:
-Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Le respondió Jesús:
-De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le preguntó:
-¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
5 Respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.  Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es.  No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo.”  El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
Juan 3:1-8

Al igual que los gemelos, podemos creer o no en un mundo que no vemos, al que no hemos llegado todavía, pero eso no cambia lo que va a suceder, solamente es un ejercicio de nuestro raciocinio en oposición con la Sabiduría Divina. Los gemelos van a conocer a su madre y van a caminar en el nuevo mundo luego de nacer.
Los humanos vamos a conocer la eternidad, para eso fuimos creados, pero el mundo al cual perteneceremos es nuestra elección, podemos resucitar para vida eterna, como el segundo gemelo que creyó, o para maldición eterna, como el primero, que no creía que su madre era real, pese a habitar en su vientre, ser nutrido y cuidado por ella.
Hoy nos toca elegir: Dios sacrificó a Su Hijo por nosotros.
“Les he dado a elegir entre la vida y la muerte:   Deuteronomio 30:19
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Esta analogía ha circulado por tiempo en diferentes idiomas. Piensa en ella.

A nosotros nos llegó en inglés, contada por Patrick Morley, que a su vez la recibió de un familiar. Se atribuye su autoría al escritor Húngaro  Útmutató a Léleknek.


Te saluda
Tu Hermano en Cristo
Roosevelt Jackson Altez

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