Redención:
La inexplicable
confianza del cristiano
La Cruz y el Corazón del Padre
“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una
voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”. Juan 12:28
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y
yo al mundo”. Gálatas 6:14
Podemos entender los atributos de
Dios de varias formas, pero solo podemos comprender el Corazón del Padre en la
Cruz de Cristo. La Cruz de Cristo no es la cruz de un mártir, pero nosotros la
hemos convertido en eso; La Cruz es la revelación de la Redención. Es el punto
cristalizado en la historia donde la Eternidad se convierte en una sola cosa con
el Tiempo.
El grito en la cruz, "Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" no es la desolación de un
individuo aislado: es la revelación del corazón de Dios cara a cara con el
pecado del hombre, hundiéndose hasta lo
más profundo, hasta donde la maldad humana puede llegar, es el desgarramiento incognoscible
que se sumerge en el mar putrefacto de la naturaleza caída para que cada uno de
nosotros, merecedor del infierno pueda ser absolutamente redimido. Si la
Redención de Cristo no puede profundizar más allá infierno, entonces no es
redención en absoluto.
Cuando el Espíritu de Dios se
apodera de un hombre es siempre lo trágico lo que se resalta. La razón por la
que somos tan superficiales y frívolos en lo que hemos interpretado de la Cruz,
es que nunca, ni por un segundo, nos
hemos visto desde la luz de Dios.
Cuando nos vemos a la luz de Dios,
la escena es tan desagradable, horrorosamente degradada, que nos deja solo dos opciones:
el terminar con la pegajosa mancha, lo que fatalmente incluye acabar con nuestra
vida o la Cruz de Cristo. Lo ineludiblemente condenable de gran parte de
nuestra predicación moderna es que no transmite ninguna sensación de esa
tragedia desesperada de la convicción del pecado.
Una vez que llega el verdadero toque
de esta convicción, es un infierno en la tierra; no hay otra palabra para
describirlo. Un segundo de vernos a la luz de Dios significa una agonía y
angustia indescriptibles; pero la maravilla es que cuando llega la convicción,
está Dios en el mismo centro de todo para salvarnos de ella.
Eso es lo que significa la Cruz de
Cristo aplicada experimentalmente en nosotros. Tenemos que enfrentarnos a
nosotros mismos con la revelación de la Redención, reflejada y concentrada en
la Cruz de Jesucristo tal como se presenta en el Nuevo Testamento, antes de que
podamos eliminar la insensatez piadosa de nuestras creencias religiosas.
Ser salvado por la Gracia de Dios no
es algo patéticamente hermoso; es algo trágicamente desesperado.
La Cruz y la Mente del Salvador
Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame. Mateo 16:24
Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí. Gálatas 2:20
La evidencia de que he aceptado la
Cruz de Cristo como la revelación de la Redención es que la vida regeneradora
de Dios se manifiesta en mi carne mortal. En cuanto acepto la Cruz de Cristo
como la revelación de la Redención, no soy, no debo ser, el mismo hombre, debo
ser otro hombre, y debo tomar la cruz de mi Señor.
La cruz es el regalo de Jesús a sus discípulos
y solo puede tener un aspecto: "No soy mío".
Mi actitud de vida es que he
renunciado a mi derecho sobre mí mismo. Vivo como un hombre crucificado.
A menos que se alcance esa crisis,
es peligrosamente posible que mi vida religiosa termine como un fiasco
sentimental. "No me importa ser salvado del infierno y recibir el Espíritu
Santo, pero es demasiado esperar que renuncie a mi derecho sobre mí mismo para Jesucristo,
renunciar a mi masculinidad, mi feminidad, todas mis ambiciones".
Jesús dijo: Si alguien quiere
ser mi discípulo, esas son las condiciones.
Es ese tipo de cosas lo que ofendió
a los discípulos históricos, y nos ofenderá a ti y a mí. Es una calumnia a la
Cruz de Cristo decir que creemos en Jesús y nos complacemos todo el tiempo,
eligiendo nuestro propio camino.
Nuestra salvación es una de
indescriptible libertad para el corazón, la mente y el cuerpo, pero
¿reflexionamos suficientemente sobre lo que le costó a Dios hacerla nuestra?
En ciertas etapas de la experiencia
cristiana, un santo no tiene cortesía hacia Dios, no tiene sentido de gratitud;
está agradecido por ser liberado del pecado, pero la idea de vivir para Jesús,
de estar abandonado confiadamente a Él, aún no ha comenzado a materializarse.
Cuando llegamos a la Cruz no la
atravesamos y salimos por el otro lado; residimos en la vida a la que la Cruz
es la puerta, y la característica de la vida es la de un profundo sacrificio a
Dios.
El culto social que no está basado
en la Cruz de Cristo es la blasfemia amable de la vida civilizada contra Dios,
porque niega que Dios haya hecho algo, y pone el esfuerzo humano como la única
manera por la cual el mundo será redimido.
Piénsalo.
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Jackson Altez M.T.S.
Magister Estudios Teológicos “Logos
Christian University”
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