Saturday, August 24, 2013

¿Por qué la Biblia?



¿Por qué la Biblia?

-No. No es un error tipográfico. Falta el verbo.

¿Por qué leer la Biblia? ¿Por qué estudiar la Biblia? ¿Por qué existe la Biblia?

      En estos tiempos que corren es muy difícil encontrar personas las que les guste la lectura. Pero hay. Las he visto en los medios de transporte, sobre todo en los vuelos internos de Estados Unidos. Muy pocos leen la Palabra de Dios, pero leen.
      La lectura tiene una virtud, que el cine, video o cualquier otro medio audio visual han quitado. El lector tiene que imaginarse lo que lee; La historia va cobrando forma en su mente. Esto le da una libertad que no tiene el espectador audiovisual. Esta es que su cerebro no necesita de intérprete, de guionista, de actores, de puestas en escena. Y esto es fundamental, porque el fenómeno de decodificación del mensaje es interno, no es afectado por otras mentes o voluntades.
      ¿Y por qué esto es importante con la Biblia?
       Porque Dios quiere tener una relación personal con cada uno de nosotros. Simple.
Si leemos una novela, el autor necesariamente nos tiene que situar en el tiempo y espacio donde se van a desarrollar los acontecimientos. Nos tiene que presentar a los protagonistas. Y la importancia de cada uno de ellos en la trama de la historia.
La Biblia es similar, con una pequeña diferencia, hay un solo protagonista: Dios. Y una sola trama, la relación de Él con su pueblo.
Y está escrita enteramente para nuestro beneficio. Dios no se recibe ninguna retribución por su “obra prima”, ni la necesita.
Entonces nos preguntamos de nuevo:
-¿Por qué la Biblia?. Y respondemos con otra pregunta: -Dios, ¿por qué no me hablas?
-¿Entiendes?
-¿Todavía no?
Ten paciencia.

Imaginemos un diálogo con Dios.
Y empezamos con la pregunta anterior: Dios, ¿Por qué no me hablas?
Ante su silencio, nos atrevemos un poco más: -Señor, por una vez en mi vida, quiero tener una conversación contigo, quiero escuchar tu voz. Sí, es cierto, escuchas mis oraciones. Pero no contestas. Se me hace muy difícil la relación contigo Dios.
-Silencio, y más silencio.
-Dices que clames y clamo. Grito. Repito. Insisto. Golpeo. Pero nada
Entonces escuchas dentro de ti una voz:
-¿Has leído Habacuc?
-¿Haba qué?
-Habacuc, H-a-b-a-c-u-c.
Piensas: -Debe estar en el Antiguo Testamento
-Entonces no has leído lo que he escrito, lo que he dicho: “¿Hasta cuándo, Señor, he de pedirte ayuda sin que tú me escuches? Habacuc 1:2
Tú respondes: - Bueno, tienes razón. He leído algo. Pero… -(Dios estaba esperando tu “pero, no le sorprende)-, pero me gustaría oír tu voz, ver tu cara, poder captar tus expresiones.
-¿Soportarías el estruendo de enormes cascadas, el retumbar del trueno?. “Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso: más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más poderoso que los embates del mar” Salmo 93:4. “Desde el cielo se oyó el trueno del Señor,     resonó la voz del Altísimo” 2 Samuel 22:14
-Pero verte Señor.
-“No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá” Éxodo 33:20. “Ante ese espectáculo de truenos y relámpagos, de sonidos de trompeta y de la montaña envuelta en humo, los israelitas temblaban de miedo y se mantenían a distancia.  Así que le suplicaron a Moisés: -Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos” Éxodo 20:18-19
Insistes:
-¿Pero, no puedes vestirte como hombre, disminuir tu poder, para que pueda verte y hablarte?
            -Ya lo hice.
      -¿?
      -Sí, hace ya casi dos mil años vine. Fui a bodas, a funerales, a casa de gente mala. Enseñé por los campos, los mercados. Jugué con los niños. Contesté un montón de preguntas.
Los míos no me recibieron, unos pocos creyeron en mí. Aunque les dije quién era, no me creyeron.
-¿No has leído?
-“Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen” Juan 6:36. “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” Juan 14:9

Volvemos a la pregunta: -¿Por qué la Biblia?
-¿Entiendes ahora?

Si cotejáramos con la Biblia antes de acusar a Dios de no escucharnos, callaríamos como Job. Si le dedicáramos un poco más de tiempo a su Palabra, nuestros problemas disminuirían enormemente. Si le habláramos en oración después de escucharlo, las respuestas no tardarían en llegar.
¿Te atreves?

Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
Escríbenos a raltez@gmail.com