Wednesday, May 31, 2023

Si escuchares hoy su voz no endurezcas tu corazón


 

“Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan su corazón…” Hebreros 3:7-8ª


El rey David, cuando niño, era pastor, el menor de ocho hermanos, de acuerdo a 1 Samuel 16: ‘Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas.” Y luego: “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos”

En 1 Samuel 17:34-35 el mismo David relata su vida en soledad cuidando las ovejas: “David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.”

David aprendió de Dios al contemplar sus obras en la soledad de las laderas de Israel. Como se expresa en Romanos 1:20: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.

El Salmo 8:1,3-4 dice: “Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!” “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste.”

David le hablaba a Dios, exaltaba sus obras, observaba continuamente la naturaleza y sus maravillas. El pastor no regresaba a dormir con su rebaño en la noche, esa era una buena hora para los animales pastar. Pasaba las nocturnas veladas contemplando las estrellas incontables. En el nacimiento terrenal de Jesucristo, Lucas dice que los pastores estaban en el campo de noche: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” Lucas 2:8.

El maravilloso universo, visible en la calma nocturna por la cual el Creador habla; y David responde: “Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo. ¡Cuán grandes son tus obras, oh, Jehová!” Salmo 92: 4-5.

¿Cómo habla Dios?, en la Carta a los Hebreos, Pablo lo dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”

La mas grande expresión de amor de Dios se manifiesta en el dar a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El crea no se pierda, más tenga Vida Eterna, como está escrito en Juan 3:16.

Pero claro, para recibir el regalo hay que tener un corazón de carne, no de piedra. El ser endurecido, impermeable a todo lo divino, a la verdad del Evangelio, no puede ser acogido por Dios, perdonado y eximido de Su ira.

¿Estás escuchando la voz de Dios? ¿En que te excusas?

Escucha: “…no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”.

Debemos agregar: Se hicieron, (se siguen haciendo) necios, al escuchar la voz de falsos profetas, de dioses creados a la medida de sus deleites y permisividad de sus pecados, al ir detrás de ídolos, como deportistas, cantantes, pensadores, influenciadores (tan de moda) y muchas otras formas de exaltación del hombre.

Tu eliges, y hazlo pronto.

El tiempo se está acelerando, El fin está, coloquialmente hablando, a la vuelta de la esquina.

 

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Monday, May 29, 2023

Relación inalterada

 



                                    En ese día, pedirás en Mi nombre... El Padre mismo te ama. (Juan 16:26-27)

 

En ese día, "en Mi nombre" significa en consonancia con mi esencia. No se trata de utilizar Mi nombre como una frase mágica, sino de estar tan íntimamente conectados conmigo que nos volvamos uno.

"Ese día" se refiere al presente, no a un futuro lejano. "El Padre mismo te ama" significa una unión completa y absoluta.

Nuestro Señor no promete una vida sin desafíos externos, sino que, a través del bautismo del Espíritu Santo, Él puede elevarnos a lugares celestiales donde nos revela la sabiduría de Dios. "Todo lo que pidas al Padre en Mi nombre..."

"Ese día" representa un vínculo inalterado entre Dios y el creyente. Así como Jesús permaneció sin mancha en la presencia de Su Padre, nosotros, a través del poder transformador del Espíritu Santo, podemos ser elevados a esa misma relación,

"Para que sean uno, así como nosotros somos uno".

 

"Él te lo dará."

Jesús nos asegura que Dios reconocerá nuestras oraciones. ¡Qué desafío tan profundo! A través del poder de la resurrección y ascensión de Jesús, y a través de la morada en nosotros del Espíritu Santo, podemos entrar en una relación con el Padre donde nuestra voluntad se alinea libremente con Su perfecta voluntad soberana, al igual que Jesús lo hizo.

En esta maravillosa posición que Jesucristo nos ha concedido, podemos orar a Dios en Su nombre, en Su naturaleza, que nos es otorgada por el Espíritu Santo.

Y Jesús declara: "Todo lo que pidas al Padre en Mi nombre, Él te lo dará".

La integridad del carácter de Jesucristo es puesta a prueba por Sus propias palabras.

 

(Estas reflexiones han sido traducidas y adaptadas de temas devocionales de Oswald Chambers.}

 

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Cuidado con lo que pides

 


Cuidado con lo que pides...


El Señor le dijo a Samuel: "Obedece la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han rechazado a ti, sino a mí, para que no reine sobre ellos. Según todas las cosas que han hecho desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, así también te están tratando a ti. Ahora, obedece su voz; solo adviérteles solemnemente y muéstrales las prácticas del rey que reinará sobre ellos".

 

1 Samuel 8:7-9

 

¿Alguna vez has deseado algo, trabajado por ello, lo has conseguido y luego te has dado cuenta de que estás peor que antes? Tarde o temprano, la mayoría de nosotros descubrimos que no todo lo que brilla es oro, y por eso debemos tener cuidado con lo que deseamos, por lo que trabajamos y por lo que anhelamos.

En el octavo capítulo de 1 Samuel, el pueblo de Israel tenía muy claro lo que necesitaba. Y así pidieron e insistieron en "tener un rey que nos gobierne, como tienen todas las naciones" (1 Samuel 8:5). Pero al hacerlo, esencialmente rechazaron a Dios como Rey. Ya no querían ser conocidos como un pueblo santo y una nación distintiva. En cambio, deseaban liberarse del gobierno perfecto de Dios y ser absorbidos por la cultura circundante.

Ante esta petición, Dios les hizo una advertencia solemne: ¡Cuidado con lo que pides!

Él les daría lo que querían, pero su disposición para otorgarles un rey resultaría ser un acto de juicio por su solicitud insensata y falta de fe. Un rey tomaría a sus hijos como soldados y siervos (1 Samuel 8:11-14). Se llevaría sus mejores posesiones (v. 15).

Lo peor de todo, dijo: "Llegarán a ser sus esclavos" (v. 17).

En el libro de Romanos, Pablo relata la necedad de la humanidad que se manifiesta desde el Jardín del Edén a lo largo de toda la historia del mundo: aunque reconocemos que hay un Dios, no lo honramos y en cambio intercambiamos su gloria por ídolos que consideramos mejores (Romanos 1:21-23).

 "Y como no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a vivir según sus pasiones y deseos, y a sufrir las consecuencias naturales de sus elecciones” (vv. 28-31). El juicio presente de Dios no se ve en negarle a la humanidad lo que queremos, sino en permitirnos tenerlo. El pecado es su propia pena.

 

Qué fácil es declarar, ya sea con nuestros labios o a través de nuestras decisiones y acciones, que ya no queremos vivir bajo el reinado de Dios, que queremos ser libres para ser nosotros mismos y tomar nuestras propias decisiones sobre quiénes somos, lo que tenemos y en qué creemos.

Pero la bondad de Dios se manifiesta en no darnos lo que creemos imprescindible sino lo que necesitamos.

Después de mostrarles con el rey Saúl la inseguridad y la decepción que traería el rey que querían, Dios le dio a Israel el tipo de rey que no habían pedido pero realmente necesitaban: David. Y hoy nos ofrece al Salvador y Señor que nunca hubiéramos pedido, pero que desesperadamente necesitamos. Así que, al considerar lo que quieres en la vida, recuerda esto: Dios ya te ha dado lo que más necesitas al darnos a su Hijo. Y su bondad no se ve solo en lo que da, sino en lo que retiene, porque Él sabe mejor que tú lo que realmente necesitas en tu vida.

 

Esta reflexión apareció el 28 de Mayo en “True for Life”. La hemos traducido y adaptado.

 

 

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Sunday, May 28, 2023

El Gozo de la Desesperación


 

 Y cuando lo vi, caí a sus pies como si estuviera sin vida. (Apocalipsis 1:17)

 

Quizás, al igual que el apóstol Juan, tienes un conocimiento profundo e íntimo de Jesucristo. Sin embargo, hay momentos en los que Él se presenta ante ti sin ninguna característica familiar. En tales ocasiones, todo lo que puedes hacer es derrumbarte a sus pies, abrumado por Su presencia.

Hay momentos en los que Dios solo puede revelarse en su esplendor majestuoso, y es el temor abrumador de esta visión lo que te lleva a experimentar la extraña alegría de la desesperación.

Si has de ser levantado nuevamente, solo puede ser por la mano de Dios.

 

"Él puso su mano derecha sobre mí."

En medio de este encuentro abrumador, se te otorga un toque y lo reconoces como la mano derecha de Jesucristo. No es una mano de restricción, corrección o castigo, sino la mano derecha del Padre Eterno.

Cada vez que Su mano reposa sobre ti, trae una paz inefable, consuelo y la seguridad de que debajo de ti están los brazos eternos, listos para apoyarte, consolarte y fortalecerte. Una vez que sientes Su toque, nada puede infundirte temor nuevamente.

En medio de toda Su gloria exaltada, el Señor Jesús se acerca a un discípulo insignificante para pronunciar estas palabras: "No temas". Su ternura es inefablemente dulce.

 

¿Realmente lo conozco de esta manera?

 

Considera las circunstancias que engendran la desesperación.

Hay un tipo de desesperación carente de alegría, carente de cualquier vislumbre de un futuro más brillante.

Sin embargo, el gozo de la desesperación surge cuando reconozco que en mí (es decir, en mi carne) no reside ninguna bondad. 



(Estas reflexiones han sido traducidas y adaptadas de temas devocionales de Oswald Chambers.}


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Indiscutible Revelación


 

 Y en ese día, no necesitarás preguntarme nada. Juan 16:23

¿Cuándo es “ese día”?

Es el día en que el Señor -ya a la diestra del Padre- te une con El. En ese día, estarás unido al Padre tal como Jesús lo está.

Del hecho Jesús dice: "En ese día, no necesitarás preguntarme nada." Hasta que experimentes la vida resucitada de Jesús dentro de ti, seguirás queriendo hacer diversas preguntas. Pero eventualmente descubrirás que todas tus preguntas han desaparecido y parecerá que no te queda ninguna. Llegarás a un punto en el que confiarás completamente en la vida resucitada de Jesús, que te alinea perfectamente con el propósito de Dios.

¿Estás viviendo esa vida actualmente?

Si no, ¿por qué no?

 Puede haber muchas cosas que no estén claras para tu entendimiento, pero no se interpondrán entre tu corazón y Dios.

 "Y en ese día, no necesitarás preguntarme ninguna pregunta".

No lo necesitarás porque estarás muy seguro de que Dios revelará las cosas según Su voluntad.

“ No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí” Juan 14:1

Lo que se afirma en Juan 14:1 se convertirá en la latente realidad de tu corazón y no tendrás más preguntas para hacer.

Si algo es un misterio para ti y está creando una barrera entre tú y Dios, no busques la explicación en tu intelecto; búscala en tu actitud o disposición, ya que eso podría ser lo que está mal.

Una vez que estás dispuesto a someterse a la vida de Jesús, tu comprensión será perfectamente clara y llegarás a un punto en el que no habrá separación entre el Padre y tú, su hijo, porque el Señor te ha hecho uno.

“En ese día, no necesitarás preguntarme nada”.

(Estas reflexiones han sido traducidas y adaptadas de temas devocionales de Oswald Chambers.}


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Saturday, May 27, 2023

Vivir la vida hasta la eternidad

 



Permanezcan en la ciudad de Jerusalén hasta que

 sean revestidos de poder desde lo alto

. Lucas 24:49

Los discípulos tuvieron que esperar hasta el día de Pentecostés, no solo para su propia preparación; tuvieron que esperar hasta que el Señor fuera glorificado históricamente.
 
¿Qué sucedió tan pronto como Él fue glorificado?
 
"Por tanto, habiendo sido exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís".
 
El paréntesis en Juan 7:39 ("Porque aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús aún no había sido glorificado") no se aplica a nosotros; el Espíritu Santo ha sido dado, el Señor está glorificado; la espera no depende de la providencia de Dios, sino de nuestra disposición.
 
La influencia y el poder del Espíritu Santo estaban en obra antes de Pentecostés, pero Él no estaba aquí. Inmediatamente después de que nuestro Señor fue glorificado en la Ascensión, el Espíritu Santo vino a este mundo, y desde entonces ha estado aquí. Debemos recibir la revelación de que Él está aquí. La recepción del Espíritu Santo es la actitud sostenida de un creyente. Cuando recibimos al Espíritu Santo, recibimos vida vivificante del Señor ascendido.
 
No es el bautismo del Espíritu Santo lo que cambia a los hombres, sino el poder de Cristo ascendido entrando en la vida de los hombres a través del Espíritu Santo lo que los cambia. Con demasiada frecuencia, divorciamos lo que el Nuevo Testamento nunca divorcia. El bautismo del Espíritu Santo no es una experiencia separada de Jesucristo: es la evidencia de Cristo ascendido.
 
El bautismo del Espíritu Santo no te hace pensar en el tiempo o la eternidad, es un glorioso y asombroso AHORA. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti". Comienza a conocerlo ahora y nunca termines.

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Friday, May 26, 2023

Oren sin cesar, toda oración es respondida.

 


Toda oracion es respondida  "Todo aquel que pide, recibe".

Oren sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17

 

Pensamos correcta o incorrectamente sobre la oración según la concepción que tenemos en nuestras mentes acerca de la misma. Si pensamos en la oración como el aliento en nuestros pulmones y la sangre que fluye a través de nuestros corazones, pensamos acertadamente. El flujo de la sangre nunca cesa y la respiración es incesante; no somos conscientes de ambas, no necesitamos concentrarnos para que suceda, y sin embargo, acontece. Sucede lo mismo con Nuestro Señor Jesús, no nos percatamos que nos mantiene unidos a Él, unidos a Dios, pero si lo obedecemos, eso es lo que hace. La oración no es un ejercicio, es la vida. Debemos de estar en guardia contra cualquier cosa que detenga la oración espontánea. "Oren sin cesar".

Mantengamos, todo el tiempo en nuestros corazones, el hábito infantil de la oración espontánea hacia Dios;

Jesús nunca mencionó que una oración no sería contestada; tenía la certeza ilimitada de que la oración siempre es respondida.

¿Tenemos, por el Espíritu, la inefable certeza que Jesús tenía acerca de la oración, o simplemente pensamos en los momentos en los que Dios parece no haber respondido a la oración?

"Todo aquel que pide, recibe".

Decimos: "Pero, pero..."

Dios responde a la oración de la mejor manera, no a veces, sino cada vez, aunque la manifestación inmediata de la respuesta en el ámbito en el que la deseamos no siempre se produzca.

¿Esperamos que Dios responda a la oración?

El peligro que corremos es querer suavizar las cosas que Jesús dice y hacer que signifiquen algo de acuerdo con el sentido común; si solo fuera sentido común, no habría valido la pena que Él lo dijera. Las cosas que Jesús dice sobre la oración son revelaciones sobrenaturales.

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