Una táctica para ocultar y ocultarse son las cortinas de humo. Logradas con artificios de guerra o con un simple fuego donde se agregan elementos que producen mucho humo, tienen por objetivo encubrir, esconder, lo que no se quiere que sea visto.
Distracción, humo, palabras, escenarios, dinero, televisión. Hemos observado con asombro como se ha desviado el objetivo, la razón de ser del cristianismo, y por supuesto del ser cristiano, esto es: a semejanza de Cristo.
Hay un solo cuerpo, organización, estructura, congregación (de los santos), que el Señor creó para quienes confesaran su nombre: la iglesia.
La iglesia es el cuerpo de Cristo, fuera de la misma no hay salvación. No hay otro pueblo, otra nación, otro grupo humano.
Por ende, es el único lugar donde las “puertas del Hades no prevalecen” Mateo 16:18.
Nos asombramos como tele evangelistas gastan una hora completa hablando de Israel, de la alineación de las naciones, de las lunas rojas, y no dicen nada de la iglesia.
Cristo murió por su iglesia, pero la iglesia no se menciona.
Escuchamos que algunos convertidos son llamados “judíos mesiánicos” pero no sabemos si pertenecen a la iglesia o no, puesto que lo importante es que son mesiánicos.
Esta adjetivación que se supone se refiere a Nuestro Señor Jesús, es anti bíblica.
-NO, ¡que disparate! Piensas tú.
Recordemos:
“Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” Hechos 11:26
Y antes eran “los del Camino”: “y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén” Hechos 9:2
Hechos 19.9: “Pero como algunos se obstinaban, no se dejaban persuadir y hablaban mal del Camino ante la gente, rompió con ellos y formó grupo aparte con los discípulos…”
Así que no hay otra denominación para llamar a los seguidores de Cristo, sino cristianos. Los que antes eran “los del Camino”.
Y dentro de esta palabrería comercial se ha diluido lo fundamental, la santidad.
La consagración a Dios. El apartar el todo que conforma nuestro cuerpo, alma y espíritu para el Altísimo, es tarea fundamental del cristiano. Si los sermones del domingo, si los estudios bíblicos no tienen como objetivo, claro y definido, la santidad, y todo lo necesario para lograrla, estamos errando el camino.
Y volviendo al camino, recordemos que el Señor dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6
Cabe preguntarnos: ¿por cuál camino nos están llevando tomados de la nariz?
Tu Hermanos en Cristo
Roosevelt
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