Monday, July 11, 2022

La mujer encinta de Apocalipsis

 


“ Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2 y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. 3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. 5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones…”


    Se han escrito muchas interpretaciones sobre la mujer encinta que huye al desierto, y es perseguida por el dragón, unas más disparatadas que otras.

    Tratando de aclarar la verdadera significación del personaje, hemos escudriñado las escrituras, y éstas nos aclaran quién era, o es.

    En el hebreo bíblico, las naciones son representadas, a veces como montañas, “’har” o como “’humma”, que significa personas y “’em”, es decir “madre”.

    La Biblia compara a las naciones como mujeres encinta, con su marido, con las naciones en vías de engendrar y la deidad (marido).

    Acá ingresamos la interpretación, que, en nuestro raciocinio bíblico, es la más acertada de las que encontramos:  Toda vida nace en dolor “Génesis 3:16”, pero termina allí; la iglesia está en dolores de parto desde que Cristo la creó para ser la portadora del Evangelio, la buena nueva de salvación. Le fue encomendada la tarea, la Gran Comisión. Y sus dolores no han cesado desde entonces. La vida de la Iglesia es mostrar a Cristo al mundo, y esto no significa que encontrará dificultades, sino que vivirá continuamente con “dolores de parto”. Como las angustias del alumbramiento sólo se alivian al dar a luz, así la iglesia no cesará su sufrimiento hasta que el Evangelio haya sido proclamado hasta lo último de la Tierra. El amor de los apóstoles por Cristo los contristó, y el Poder del Espíritu Santo encendió el fuego de la Palabra en ellos, al punto de, como lo dijo Pablo: “Ay de mi si no proclamo el Evangelio” (Adaptada de el comentario de Ellicotts)

    Cristo se formó, entró a vivir en ellos.: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Juan 14:23

    La Iglesia, dando cumplimiento a la misión para la que fue creada, no cesará en experimentar dolores hasta que vuelva su Señor.

    Este es el significado de la mujer encinta: la Iglesia dando cumplimiento a la Gran Comisión, mientras vive de acuerdo a los mandamientos, permanece en Cristo. El trabajo de parto, presente hasta los últimos días. La Iglesia, mujer encinta, recibe a Cristo, le ama y le obedece. Mediante su esfuerzo en amor, permanece en dolores de parto, mientras se transforma a Su Imagen, por el poder del Espíritu de Dios.

    La oposición es permanente porque el enemigo está permanentemente al acecho para destruir todo lo que sea a la imagen de Cristo, dondequiera que aparezca.

    El figurado nacimiento de Cristo no es porque la Iglesia sea la madre, sino porque en sus integrantes: “el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” Romanos 5:5

    Ese amor produce todo tipo de enfrentamientos con el mundo, basta con leer el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

    “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;” Juan 5:39