“porque un
ángel descendía al estanque de vez en cuando, y agitaba el agua; y el primero
que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier
enfermedad que tuviera”
¿Leyenda
urbana, verdad bíblica, o mala interpretación?
Vayamos a los
hechos, al menos lo que conocemos de ellos.
El pasaje
bíblico que se refiere al famoso ángel es el siguiente:
“Después de estas cosas había una fiesta de los
judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
En Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, hay
un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En ellos
yacían muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos [que esperaban el
movimiento del agua, porque un ángel descendía al estanque de vez en cuando, y
agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento
del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.
Allí había un
hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y se enteró de
que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
-¿Quieres ser sano?
El enfermo le respondió: -Señor, no tengo a nadie
que me meta en el estanque cuando el agua se agita; y en lo que llego, otro baja
antes que yo.-
Jesús le dijo: -Levántate, toma tu lecho, y vete-.
Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su
lecho y se fue.
Juan 5:1-9
Lo que ha
perdurado del pasaje es el ángel y las aguas milagrosas, como lo podemos
apreciar en monumentos, obras teatrales, libros, nombres de ciudades y otros.
Mencionamos
algunos:
La fuente de
Betesda de Central Park de Nueva York lleva ese nombre. La descripción dada en
el sitio de internet http://www.centralparknyc.org
dice lo siguiente: “Elevándose sobre la terraza de Bethesda está la fuente de Bethesda, con la famosa estatua del
ángel por encima de las aguas que caen. La estatua hace referencia al Evangelio
de Juan, que describe a un ángel bendice la piscina de Betesda, dándole poderes
curativos. La fuente conmemora el sistema de agua de Croton, que fue el que primero
trajo agua dulce a la ciudad de Nueva York en 1842”
Una obra
teatral de Thorton Wilder: “El ángel que agitaba las aguas”, está basada en la
interpretación bíblica de los versículos uno al cuatro del capítulo cinco del
Evangelio de Juan.
Hay muchas otras
obras literarias basadas en este pasaje.
También no son
pocas las piscinas y fuentes llamadas así, con clara referencia al pasaje de
Juan.
La pregunta es:
¿Cuál es la relevancia del supuesto ángel, y de las aguas con poderes curativos
en el pasaje que se narra? ¿en verdad bajaba y agitaba las aguas?, ¿era cierto
que el primero que ingresaba en el estanque sanaba?
Vayamos a la versión original en griego, traducida
al español sin alterar el orden de las palabras: “Después de estas cosas, había una fiesta de los judíos y fue Jesús
arriba a Jerusalén. Hay, por otra parte, en Jerusalén en la Puerta de la
Ovejas, una fuente llamada en arameo Betesda, cinco pórticos teniendo. En ellos
yacía una multitud de aquellos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando
que el agua se moviera. Un ángel, en efecto, durante ciertos tiempos descendía
dentro de la fuente y agitaba las aguas. Aquel quien entonces primero entraba
luego del agitarse de las aguas, sanábase de cualquier enfermedad que en ese
momento tuviera” Juan 5:1-4
Lo primero que
observamos, tanto en la versión Reina Valera contemporánea como en el texto
traducido directamente del griego es que no es la fuente, ni el ángel en quien
focaliza su atención el relator, sino en Jesús yendo a Jerusalén a la fiesta de
los judíos. Lo hacía cumpliendo con los requerimientos de la ley establecida en
aquel tiempo por los fariseos y saduceos en cuanto a la concurrencia a las
festividades.
¿Qué hizo que se detuviera en la fuente? ¿El
ángel, las aguas milagrosas o el paralítico?
Es decir, Jesús
no se desvió para ir a la fuente, como lo hizo cuando se detuvo en el pozo de Jacob,
en el capítulo anterior.
No se menciona
que expresamente se apartara del camino a encontrarse con el paralítico. Esta
diferencia es importante porque cuando habló con la mujer samaritana en el pozo
de Jacob, la consecuencia fue que aquel pueblo despreciado por los judíos, los
de Samaria, recibieran la buena nueva de su presencia, y de la salvación
disponible para todos los que creyeran.
El paralítico y
los enfermos que permanecían alrededor del estanque no se mencionan como no
judíos ya que cuando Jesús sanó a gentiles, los evangelistas se cuidaron de
resaltarlo, pero no en este caso.
Es claro que
Jesús fue movido por compasión a acercarse al enfermo, pero si en el Espíritu
el Maestro sabía todas las cosas, ¿no era en contra de la voluntad de Dios, que
era quien había enviado el ángel, con directivas expresas de mover el agua y
otorgarle efímeras propiedades curativas, el sanar a alguien que esperaba por
ese mensajero invisible?
Ahora, si eran
judíos, conocían a Dios, la ley y los profetas. Sabían que la forma en que Dios
respondía (y responde) era mostrando arrepentimiento, orando, confesando sus
pecados, clamando. El salmista (Salmo 51, entre otros), el segundo libro de
Crónicas, Nehemías, Daniel, por mencionar algunos, lo dejan bien en claro.
Jesús no hizo
referencia en ningún momento al agua, a la fuente, ni al ángel. Se dirigió directamente
al inválido, y habló con él. No le preguntó por el ángel, ni por las
propiedades sanadoras del agua.
Pero tratemos de
extraer lo máximo del pasaje.
Separemos los
hechos:
·
La gente enferma no esperaba por el ángel,
esperaba el movimiento del agua. Es evidente que ellos no veían al ángel, sus
miradas estaban pendientes del momento en que el agua se agitara.
·
El evangelista, deducimos, nunca vio al ángel,
sino que se limita a decir la causa por la cual los enfermos esperaban
alrededor del agua. Es más, explica anticipadamente en quién tenía basadas sus
esperanzas de sanarse el paralítico.
·
El agua sólo adquiría propiedades curativas
cuando era tocada por el ángel, y uno solo de los enfermos, el primero en sumergirse,
agotaba el milagro.
·
El agua manaba por debajo de la tierra, no era
el producto de un torrente a cielo abierto. Esto se sabe porque no hubiera
habido forma de mantener el agua limpia si llegara por la superficie. Y porque
se deduce que esta fue la provisión de agua de Jerusalén cuando era sitiada,
que el rey Exequias canalizara por un túnel.
De lo expuesto podemos fácilmente sacar
en conclusión que: 1) nadie vio nunca al ángel, 2) no había regularidad en la
frecuencia de movimiento del agua, 3) las propiedades curativas del agua era
sumamente efímeras. También podemos aventurar que por lo irregular de las
lluvias, el volumen de agua recibido fluctuaba, causando movimientos al agua.
Sin olvidarnos
de que Jesús el personaje principal, no sólo de este pasaje, sino de todo el
Antiguo Testamento, y la causa única por la que se escribiera todo el Nuevo
Testamento, continuemos por unos momentos con el ángel.
Debemos hacer
dos puntualizaciones: 1) no hay ningún pasaje bíblico donde un ángel actúe al
azar, sin un objetivo predeterminado. Los ángeles son espíritus ministradores,
como lo expresa este pasaje: “¿Y acaso no son todos ellos espíritus
ministradores, enviados para servir a quienes serán los herederos de la
salvación?” Hebreos 1:14
Los ángeles son
enviados, eso significa su nombre en hebreo y en griego.
Ahora, ningún
rey manda un mensajero a entregar un mensaje al azar. Los mensajes tienen un
destinatario. Y hablando de rey, el Rey de los Judíos estaba en la tierra.
Jesús paró en el estanque a sanar a uno de los enfermos, quizás el único que se
encontraba allí en ese momento, dado que los ciegos, cojos y demás solían
concurrir a las fiestas, cuando las escalinatas del templo estaban concurridas,
para recibir limosnas. Esto sucedía así, y es referido en el libro de los
Hechos: “Un día, Pedro y Juan subían juntos al templo. Eran las tres de la
tarde, es decir, el momento de la oración, y vieron allí a un hombre cojo de nacimiento.
Todos los días era puesto a la entrada del templo, en la puerta llamada «la
Hermosa», para pedirles limosna a los que entraban en el templo” Hechos 3:1.
El segundo
punto es que los ángeles no se presentaron nunca delante de multitudes para
sanar. Sí lo hicieron muchas veces en el Antiguo Testamento, con apariencia
humana, como mensajeros.
También fueron
(y serán, de acuerdo con Apocalipsis) enviados por Dios a ejecutar el juicio
divino, ya sea a destruir o matar, como portadores de pestes u otro tipo de
castigo, siempre predeterminado por la soberanía, voluntad y propósito de Dios.
Acompañaron y
acompañan a Dios por millares, desde que fueron creados y hasta la eternidad.
Otra
observación muy a tener en cuenta es la Gracia, Misericordia, Justicia y
Compasión de Dios.
Y por ellos
hacemos esta pregunta: ¿Enviaría Dios un ángel a tocar el agua para que los
relegados de la sociedad, enfermos, marginados, compitieran para sumergirse en
ella, para que sólo uno se sanara?
Porque si se
toma como verdad absoluta que era un ángel que hacía que se produjera el
fenómeno, también debemos tratar como verdad absoluta que era sólo uno el que
se sanaba. Y esto presenta otro inconveniente. Es acertado deducir que aquellos
desesperados se tiraban al agua en cantidades. ¿y si saltaban o eran arrojados
dos a la vez, iba Dios a dejar que recibiera la sanidad sólo uno?
Y continuando
con el plan eterno de Dios, recordemos el pasaje de Lucas 4:17-21: “Y se le dio
el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde
estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido
para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados
de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner
en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y
enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la
sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta
Escritura delante de vosotros”
Esto sucedió
antes del episodio de Betesda, el que vino a sanar fue Jesús, no un ángel.
Algo más: en el
período inter testamentario, por cuatrocientos años, hubo un silencio absoluto
del Todopoderoso.
¿Habría Dios de
mandar un ángel a sanar mediante el movimiento del agua de un estanque,
mientras todo el pueblo estaba esperando la llegada del Mesías?
Al Evangelio de
Juan se le llama también el libro de las señales, ¿qué señales? ¿Se incluye la
del ángel?
No de acuerdo
al mismo evangelista, que expresa: “Jesús también hizo muchas otras cosas, las
cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían
los libros que se habrían de escribir. Amén” Juan 21:25
Y esto es lo
que salta a la vista al leer el pasaje, la falta de propósito del ángel y el
claro propósito de Jesús.
La extraña
pregunta del Maestro también nos enseña algo: ¿Quieres ser sano?
La respuesta
era obvia y simple. Sí.
Pero no fue eso
lo que contestó el enfermo. Tenía los ojos fijos en el agua, no en Dios, que
parado allí le ofrecía la solución por la que esperara treinta y ocho años.
Ni el
paralítico ni el resto de los minusválidos buscaban a Dios, esperaban por algo
tangible, que podían ver.
Nos resulta asombroso que cristianos maduros crean y alimenten los poderes de aquella
fuente y la existencia del ángel.
Pablo expresa en 1 Timoteo 1:3-4: “Como te
rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a
algunos que no enseñen diferente doctrina,” y en el capítulo 4:7: “Desecha las
fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad”
Y en
2 Timoteo 2:16 dice: “Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán
más y más a la impiedad” y en el Capítulo 4:3-4: “Porque vendrá tiempo cuando
no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído
y se volverán a las fábulas”
Cabe también
destacar que algunas versiones dicen: “un ángel del Señor”. Ese “del Señor” no
está en el texto original.
Otras versiones
omiten la mención del ángel, y sin considerar si debe estar incluida o no, sí
es conveniente clarificar que el pasaje no pierde su sentido por esta omisión,
lo que pauta que el elemento sobrenatural causante y la causa no contribuyen a
la enseñanza.
Y como
conclusión, anotemos que si fue Dios quien envió o enviaba esporádicamente al
ser sobrenatural invisible, no nos parece que fuera el mismo Dios que amó tanto
al mundo que: “ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree
no se pierda, sino que tenga vida eterna” Juan 3:16
Dios te bendiga
con todas las bendiciones celestiales disponibles para ti.
Tu hermano en
Cristo
Roosevelt Altez
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