Thursday, July 18, 2013

Historias de pescador

¿Quién no ha escuchado historias de pescador?
Las tales giran en torno a dos sujetos, el protagonista y la gran pesca realizada.
¿No es cierto?
He ido a pescar muchas  veces, me gusta. Y aunque con los años la agitación por la aventura se aplaca, siempre hay una dosis de ansiedad mientras me preparo para la jornada.
La mayor emoción del pescador es sentir el tirón en la línea, luego de verificar que el pez mordió, y se enganchó, comienza a recoger  lentamente el hilo, trayendo hacia afuera del agua su pesca.
Y claro, cuanto más grande la presa, mayor la alegría. Y mayor la necesidad de contarlo luego  a los amigos.
De acuerdo al tamaño, será nuestra fama.
 Y seguramente lo anecdótico del logro permanecerá en nuestra mente y en la de nuestros amigos por largo tiempo
Pescamos  como deporte, como pasatiempo.
Pero si tuviéramos la necesidad de pescar para comer, o para vender,  pues es a lo que nos dedicamos y de ello depende nuestra subsistencia diaria, entonces el asunto cambia. Si no pescamos, no sólo no comemos, tampoco podemos comercializar con nuestras manos vacías. No tenemos nada que ofrecer.
Por eso es tan importante regresar con la bodega repleta de mercancía. Y eso cuesta. Lleva tiempo, dedicación, malos ratos, frustraciones, y un continuo volver a empezar. A veces las redes se recogen vacías, a veces medianamente cargadas, y muy raramente, llenas.
Cualquiera que sea tu oficio o profesión, seguro conoces lo frustrante que es el no haber obtenido lo que necesitas, pese a tus esfuerzos.
Repasa conmigo esta historia, y entenderás adonde quiero llegar:

                “-… Ahora ve a las aguas más profundas y echa tus redes para pescar.
-Maestro  -respondió Simón-, hemos trabajado mucho durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero si tú lo dices, echaré las redes nuevamente.
 Y esta vez las redes se llenaron de tantos peces, ¡que comenzaron a romperse!  Un grito de auxilio atrajo a los compañeros de la otra barca, y pronto las dos barcas estaban llenas de peces y a punto de hundirse”
Simple, asombroso, extraordinario.
Y sobre esta historia se han tejido, elaborado, un sinnúmero de enseñanzas. Y  los pescadores no suben a los árboles, pero los predicadores si, y se han ido por las ramas, alejándose de lo esencial del pasaje;  la provisión sobrenatural de la necesidad.
Un sólo requisito fue necesario para que se operara el asombroso resultado, la obediencia de Simón Pedro.
Que el veterano pescador creyera o no, no importaba. La esencia del milagro radicó en que, por encima de la frustración, de la incredulidad, el hombre se desplazó adonde le fue indicado y allí hizo lo que se le requirió.
-¿Cambió la forma de operar de Dios a través del tiempo?
-No
-¿No obtienes los resultados esperados?
Porque la Palabra dice, pide y recibirás, busca y encontrarás, golpea y se te abrirá.
Pero no te quedes en la seguridad de tu espacio confortable, de la rutina que te mantiene preso en tus propios, escasos, recursos.
Navega hacia aguas profundas. Como ciego que es llevado de la mano, ten confianza en tu guía aunque no veas. Y cuando escuches la voz: ahora sí, no analices y lanza tus redes al mar.
Obedece y ten confianza.
Dios es fiel. Dios no miente. Dios no se arrepiente de lo que prometió y dijo.
¡Buena pesca!

Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez

Pasaje bíblico: Lucas 5:4-7

 http://iglesiaheroesdelafe.blogspot.com              email: raltez@gmail.com

Wednesday, July 10, 2013

Pornografía versus cristianismo


En estos días la pornografía está presente en todo lugar. La adición a la pornografía, especialmente entre los hombres, se ha diseminado ampliamente. Los jóvenes conocen la pornografía mucho antes de poder entender que es y lo que significa.
            El despertar al sexo y la sexualidad de los jóvenes, cosa natural, es adelantado por el conocimiento temprano de la pornografía y la desnudez explícita, ingresando a sus mentes y sus sentimientos terriblemente distorsionado. Esto sucede tanto en varones como en mujeres.
            Algunos cristianos pueden usar como excusa que lo que ellos experimentan - y voluntariamente comparten- de este contacto con lo sexualmente desviado le sucede a todo el mundo. Y piensan que como “esto le sucede a todo el mundo” , no es tan malo como parece y puede ser visto y disfrutado por ellos también.
            Pero el hecho de haberse generalizado el uso de la pornografía y su consecuente adicción, y que parezca algo normal, no quita,  ni siquiera disminuye el horror de la misma.

Te voy a hacer una pregunta, pero antes es necesario que leas esto:

Profanación y excitación (estimulación)
           
Hay una consecuencia ineludible, derivada del hecho de que el ser humano porta, lleva consigo, carga la imagen de Dios.
Lee cuidadosamente: “No hay nada ni nadie que Dios valore más que al ser humano”
            -Espera. Vuelve a leer:
            “No hay nada ni nadie que Dios valore más que al ser humano”

            -Haz una pausa, respira profundo. Piénsalo.

            Llevar en nosotros la imagen de Dios es un privilegio extraordinario y trae consigo un valor extraordinario.
            Jesús preguntó: ¿Qué le aprovecha al hombre si gana todo el mundo pero pierde su alma?
            Si acumularas la fortuna de Bill Gates y le agregaras la de Donald Trump y la de Salomón, apenas estarías arañando la superficie del valor de tu alma, de tu persona. Las riquezas desaparecerán, se corromperán y perderán, pero el alma permanecerá. Lo que vemos es lo exterior. Pero cuando toda la fortuna desaparezca, el alma continuará viviendo.
Dios dice que no hay nada en toda la creación que EL valore más que al ser humano. Y si esto es verdad, entonces no puede haber nada más aberrante para Dios que la profanación de la humanidad del hombre, de su ser.
            Para que el hombre pueda rechazar la verdad de que está hecho a la imagen de Dios, le es necesario destruir dentro de sí mismo esta verdad. Para ello, debe adquirir una cultura de profanación y muerte, debe ingresar en ella.
Cuando miras pornografía, estás asistiendo a la violación de lo que Dios considera más importante que toda cosa creada. Es una transgresión a todo lo que es una persona. Porque el sexo va mucho más allá de la piel. Tiene la profundidad del alma.
Cuando miras pornografía, no sólo miras, la disfrutas, y no sólo la disfrutas, te estimulas con ella.
            Dios dice: valoro al ser humano porque está hecho a mi imagen y semejanza.
            Cuando miras pornografía, estás mirando la degradación del ser humano creado por Dios.
Estás asistiendo a su corrupción, a su violación, a su profanación. Y cuando creas fantasías sexuales sobre ello, estás haciendo lo mismo.
            Dios dice: “De todo lo que he creado no hay nada que tenga más valor y dignidad”
El asistir, el presenciar pornografía, es deleitarse en la profanación, el hacerse indigno de eso que Dios ha creado; tú mismo.
            Dios dice: “Odio cuando el cuerpo y el alma son manchados”. Pero tú dices: “me excita’.

Como te mencioné antes, tengo una pregunta importante para hacerte. Pero antes te invito a considerar otra consecuencia importante de la pornografía.

El porno y su retrato

No hay nada más importante en toda la creación, con más valor, que el ser humano. No hay otro mensaje más central en el evangelio de muerte y resurrección de Jesucristo.
            Mucho antes de la cruz, Dios decidió incrustar en la imagen del ser humano la mismísima representación del Evangelio: el matrimonio. El gran misterio del matrimonio sólo se revelaría después de la Cruz del Calvario, es que el casamiento siempre ha sido y será lo que es el Evangelio. La relación entre el esposo y la esposa apunta constantemente a la relación de Cristo y su iglesia.
Y el sexo está intrínsecamente unido al matrimonio. La única expresión verdadera del sexo es dentro del matrimonio, porque solamente allí puede la relación sexual apuntar al íntimo amor de Cristo por su gente.
El sexo fuera del matrimonio hace mentiroso a Cristo, habla mentiras sobre su iglesia, y es una completa burla al Evangelio. Manosear el sexo es entrometerse con la muerte y resurrección de Jesucristo.

Cuando miras pornografía te estás burlando del Evangelio.
Estás mirando la violación del evangelio, estás disfrutando de la violación al Evangelio, te estás estimulando con ello. Dios dice: “Te he dado esta gran figura de Cristo y su iglesia” y tú estás observando ese retrato ser desfigurado, violado, y burlado. Y lo disfrutas mientras sucede.
Dios dice: “ La pureza de la relación sexual apunta a la pureza del amor que el Salvador tiene por ti”. Y tú dices: “Ahora necesito una forma diferente de salvación,  de un diferente salvador. Una relación que me satisfaga más, y esa no la proveyó Cristo en la Cruz. Yo necesito la salvación que sólo este dios puede proveerme”

Y ahora la pregunta:  
La pornografía profana la única cosa que Dios valora por encima de toda la creación. La pornografía se burla de la representación que Dios nos ha dado de su amor por nosotros: del fiel y compasivo amor  de Cristo. Y tú, que reclamas amar este Dios y profesar fe en su Salvador, disfrutas la pornografía, te dedicas a ella, y te estimulas con ella.

Dios quiere que sepas que hay perdón, que el mismo Evangelio del que te has burlado te ofrece ese perdón, incluso para el pecado tan terrible que has cometido.
Pero Dios quiere que consideres algo más. Dios te advierte:
Nadie puede permanecer en pecado. Nadie que permanece en pecado ha visto o conocido a Dios. Cualquiera que practica el pecado es del diablo, porque el diablo es pecador desde el principio.
La razón por la que el Hijo de Dios apareció en el mundo fue para destruir las obras de diablo. Nadie nacido de Dios practica el pecado,  porque la simiente de Dios está en él, y no puede pecar porque ha nacido de Dios. Nadie que permanece en Dios puede permanecer en el pecado, nadie que permanece en el pecado ha visto o conocido a Dios. 1 Juan 3:6, 8-10.

Y esta es la pregunta:
            ¿te gusta tanto la pornografía que irías al infierno por ella?


Tu hermano en Cristo

Roosevelt Altez

Este texto ha sido traducido y adaptado,  de un artículo publicado en www.churchleaders.com
Su autor es Tim Challies.