Vivimos en un mundo físico, donde nuestras necesidades, (todas temporales – dicho sea de paso-), pueden llegar a abrumarnos si las miramos dentro del estrecho corredor de nuestra vida diaria. Y ya que dijimos corredores, ¿has entrado alguna vez a esos largos corredores de apartamentos donde apenas pasa una persona, o dos, apretadamente? De esa estrechez estoy hablando, la que no te deja ver hacia los lados, de manera que no puedes ampliar tu campo de visión.
No me malentiendas, capto que es la realidad, la del momento, y abruma.
Pero considerando la eternidad, por definición, toda nuestra vida es nada, bueno, casi nada. Si no estás de acuerdo en eso, al menos concordarás que es verdaderamente insignificante.
Viajo mucho en avión, la mayoría de las veces en un cielo claro, muy por encima de las nubes, entre ocho y doce mil metros de altura. Las casas prácticamente se ven como manchas geométricamente dispuestas, y los edificios que desde abajo les llamamos rascacielos, al mirarlos por desde arriba, te da risa el nombre que le hemos puesto.
Ahora volvemos al título: ¿te hablaron de amor bajo una noche estrellada?.
¿Te señalaron el firmamento, como Dios a Abraham, y te pidieron contar esos puntos brillantes, para decirte luego "así es de grande mi amor por tí"?
¿Te sentiste insignificante?, no por el amor sino por la grandiosidad del paisaje nocturno.
Si nunca lo has hecho, no te lo pierdas.
Si miras las estrellas en una noche clara, con luna en menguante, (amor en creciente), y si tu acompañante no merece toda la atención, puede que te preguntes que tan lejos están esas estrellas. ¡Cáete de espaldas! (cerca de tu acompañante, para que te sostenga): la más cercana despuiés del sol, Próxima Centauri, está a…. cuatrocientos mil millones de kilómetros (quilómetro más, quilómetro menos) de la tierra, o si prefieres cuatro punto dos años luz.
-¿Suena lejos? ¡Sí! Tanto que es imposible entender la distancia. Repito esa es la que está cerquita nuestro. Digo cerquita, comparando con otras, por ejemplo Epsilon Eridani está a poco más de diez años luuuuuuuuuuuuz. Pero no te marees porque la más lejana, (su distancia está en proceso de cálculo), vista este año con el telescopio Hubble, estaría a trece millones de años luz. Ni te molestes en tratar de entender la distancia, está fuera de nuestras humanas capacidades. Y entre las dos distancias hay cientos de miles de millones de galaxias, (dentro de lo que podemos observar), que se extienden, siguiendo en la locura de mencionar distancias imposibles, a diez mil millones de años luz.
De nuevo, estamos sólo hablando del universo observable (hasta donde hemos llegado a descubrir).
Trata ahora de explicarle a tu pareja, que si le llamaste microbio, era porque, en comparación con las estrellas ¡es increíblemente pequeño!
Cuando miras hacia abajo desde apenas diez mil metros de altura, la gente, ¡ni se ve!. Así que imagínate: diez mil millones de años luuuuuuuuuz.
En el contexto del universo, la tierra en sí misma es menos que microscópica, (y nos atrevemos a decir que los extraterrestres nos están “observando”)
Pero hay más, porque toda la inmensidad insondable donde nuestro universo existe, es apenas un plano diminuto de tiempo y espacio. Estoy refiriéndome a nuestro mundo físico.
-Ah, ¡te interesó!
Isaías 57:15 dice que Dios habita la eternidad; un Reino de alcance infinito en el que nuestro cosmos entero es sólo una gota de agua en un océano interminable.
-Cohabitante del planeta; sí, tú, no des vuelta la cara. Mira de nuevo tu problema.
-¿Lo sigues viendo tan grave?, De esa necesidad que hablabas, ¿es tan terrible? Aunque yo no comparta la edad del universo, ni el big bang, las distancias son reales, tal como lo es el tamaño y la eternidad.
Y tu pregunta es relevante:
- ¿Por qué debería Dios, Omnipotente, Omnipresente, Omnisciente y Eterno intervenir en nuestros asuntos tan triviales?
Simplemente por la razón, el motivo por el que fuimos creados: Para alabar y glorificar a Dios.
Te guste o no, no puedes entender la distancia de las estrellas, te guste o no, nosotros nacemos (somos seres creados), y hasta que el día que morimos, Dios espera recibir de ti y de mí honor, gloria y honra. Es decir, vivimos para glorificar a Dios, de nuevo, nos guste o no.
Claro que el humanismo proclama algo diferente. El espíritu del humanismo enseña que el fin principal de todo ser humano es su propia felicidad.
Así estamos.
Cuando oramos, y la oración es respondida positivamente (si no lo es nos enojamos), la respuesta tiene como finalidad que le honremos, le alabemos y lo glorifiquemos. ¡Despierta!, No se trata de ti, ni de mí. Se trata de Él.
¿Que es, entonces lo relevante? Te doy una pista: nuestros sentimientos, emociones, necesidades, deseos y placeres pierden todo el sentido (al menos ese que tanto nos preocupa), si lo comparamos a la gloria eterna de Dios.
Se nos ha conducido a pensar que el universo (sí, ese mismo, el de los miles de millones de años luz), gira en torno a nosotros. Que Dios debe contestarnos, y ya. Que nos debe hacer felices, ricos y saludables.
Lamento decir que las Escrituras proclaman algo diferente. El Libro de Apocalipsis, en el Capítulo 4, versículo 11 dice: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” Y la 1ra Carta a los Corintios nos recuerda, en el Capítulo 6:20 que: “…habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”
-¡No nos pertenecemos!, ¿Te habías percatado?
Pero no me malentiendas, nuestros problemas Le importan; porque por ellos Él puede ser glorificado.
Podemos darnos cuenta de esto cuando una persona es sanada milagrosamente. Todavía está destinada a morir físicamente, como todos nosotros. Entonces: ¿Porqué es sanada?, de nuevo (te lo veías venir): para la gloria de Dios.
¿Es Dios orgulloso? Ni se te pase por la mente.
Si sigues el razonamiento, cuando tenemos problemas, Dios nos soluciona los problemas para recibir Gloria. -¿Porqué? (Sabía que lo ibas a preguntar, y otra vez, viene al caso) Porque la Gloria de Dios tiene importancia para nuestra vida eterna, es decir, entender que le debemos todo a Él, que lo hizo todo, que es Todopoderoso, es asunto de vida o muerte (ETERNA), para nosotros.
No son invenciones mías: Jesús (El Hijo, Nuestro Redentor) lo explica en Juan 9:1-3 “A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.Y sus discípulos le preguntaron: “-Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? -Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.
¿Me sigues? Nació ciego para serle devuelta la vista por Dios, ¡Para la gloria de Dios!
En forma sucinta podemos decir que glorificar a Dios por todo es ubicarnos en en lugar que nos corresponde, ni más arriba ni más abajo. Seres creados, finitos, frágiles, debemos depender de alguien, y el único Eterno, no creado, y PERFECTO, es Dios.
Sé que tú no estás ciego, aunque no puedes entender la distancia a las estrellas, ni ver un hombre desde un avión. Pero importas y tu nombre puede estar ya escrito en algún lado, fuera del registro civil de nacimientos.
La Biblia nos habla de algunos libros que hay en el Cielo, uno es llamado “El Libro de la Vida”, el Libro de las Memorias (Malaquías 3:16) y otros, porque en Apocalipsis 20:12, se habla de “los Libros”
Así es, a pesar de que no puedas ser visto desde un avión, de que no puedas entender el tamaño y la cantidad de galaxias, que no disciernas la fuerza gravitacional de un “agujero negro”, de que seas uno en los casi siete mil millones de habitantes de este ínfimo planeta, tu nombre se encontrará en alguno de los libros. porque por haber nacido, tu persona será avalada cuando todos rindamos cuentas delante del Gran Trono Blanco. En aquel momento podremos entender, al sernos revelados todos los acontecimientos de nuestra vida, cosa que no captamos, y muchas otras que pasaron a nuestro olvido, nuestro, no de Dios.
Las cosas que has hecho, que estás haciendo ahora, todo está siendo registrado.
No te llames a engaño pensando que pasas desapercibido para Dios. Por eso te toca discernir lo que importa realmente.
Hablando del registro, un consejo, cuida de que sea en “el Libro de la Vida"
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt J. Altez