Esta es una pregunta cuya
respuesta es difícil de aceptar para aquellos que no creen que la BIblia sea el
libro inspirado por Dios, y escrito por cuarenta autores en un lapso de mil
quinientos años. La razón es que Dios habla a través de las Sagradas Escrituras
y en ellas se expone claramente el porqué del sufrimiento.
Pero comencemos con dos ejemplos,
y éstos derivados de dos preguntas. La primera: ¿los niños nacen buenos o
malos? Muchos pueden responder que el niño es bueno y se hace malo. Observemos
la conducta de cualquier pequeño y fácilmente deduciremos que hace mal sin
haber aprendido a hacerlo. Cuando no tienen más de tres o cuatro años, patean,
escupen, desobedecen constantemente, no quieren comer, quieren hacer lo que a
ellos les place, les dan berrinches, chillan como desaforados, se tiran al
suelo, se enojan.
El segundo, supongamos que soy un
o una adolescente sensible y que sufre por la maldad humana. Entonces
planteamos, está bien, le pediremos a Dios que acabe con la maldad, pero como
Dios es Perfecto, acabará con toda obra de maldad, de acuerdo a sus altos,
perfectos parámetros. Entonces ya nadie podrá fumar, nadie podrá relacionarse
sexualmente sin casarse o fuera del matrimonio, nadie podrá beber para
emborracharse, nadie podrá tomar drogas, nadie podrá insultar, ni decir
palabras obscenas, ni altisonantes, nadie podrá enojarse cuando le dicen algo
que le duele, aunque sea verdad. Y podríamos seguir indefinidamente.
Estos dos ejemplos nos muestran
que el ser humano, aun antes de aprender nada es malo, o en otras palabras,
nace naturalmente en pecado y para pecar, y su concepto de la maldad a ser
erradicada es parcial. Digámoslo con un ejemplo, una relación sexual fortuita,
deja una muchacha embarazada, como no puede abortar, tiene una niña que regala
y que a su vez termina en un orfanato, esta niña es abusada cuando muy joven,
con violencia, a tal punto que es dejada por muerta en la calle. Esos mismos
jóvenes, es decir su generación censurará y acusará a Dios del brutal acto de
maldad, pero no dejarán de hacer lo que ellos quieren, en lo que encuentran
pasajera satisfacción, lo que se les antoja
Ahora a la respuesta. Desde el
punto de vista bíblico, el sufrimiento está íntimamente relacionado con la
caida, y la maldición consecuencia de ella. No existía el sufrimiento antes del
pecado. Si todos sufrimos, es porque todos estamos siendo juzgados por nuestra
maldad. Dice el autor de Romanos que “la creación aguarda con ardiente anhelo
la manifestación de los hijos de Dios”…” aun la creación misma será librada de
la esclavitud de la corrupción, para entrar a la libertad gloriosa de los hijos
de Dios”.
La Biblia Plenitud lo explica de
esta forma: “Todo el universo creado ha sufrido las consecuencias del pecado
humano, y ha estado sujeto a contaminación, futilidad y corrupción. Sin
embargo, ese proceso de deterioro es sólo temporal, porque Dios ha provisto
esperanza y liberación”
En otras palabras, hay un
propósito en permitir el sufrimiento, y es el de perfeccionarnos. Si no hubiera
pecado en el mundo, no habría sufrimiento, pero eso sabemos que, por ahora, es
imposible.
Tampoco el sufrimiento puede
atribuirse a la maldad heredada o a un comportamiento particular en algún
momento de nuestra vida. Lo sabemos porque Jesús lo declaró al contestar la
pregunta de uno de sus discípulos: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de
nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste
o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste,
ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”
Ante el sufrimiento de Job nos
quedamos asombrados y nos preguntamos cómo Dios pudo permitirlo, y no solo
permitirlo, sino inducirlo. Los amigos del patriarca también se confundieron,
le decían: Tu sí que la estás pasando mal Job, eso indica que has pecado
muchísimo, que eres un miserable pecador aunque te la das de santo varón. Pero
la Biblia indica claramente que ese no es el caso, si bien hay una directa
relación entre el que hace mal y las consecuencias personales, muchas veces el
dolor, el sufrimiento es parte del todo social en el que estamos envueltos.
Una última puntualización, si
estamos alejados de Dios no pidamos que sea misericordioso con nosotros ni con
los demás. El Salmo 14:1-3 advierte: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios.
Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien. El Señor
miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún
entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; No
hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”
Si tu o yo decimos que no hacemos
mal, estamos declarando que Dios miente, yo al menos, no me atrevo a afirmar
que soy perfecto.
Y finalmente nada hacemos para
que Dios no juzgue al mundo, Tal como lo expresa el pasaje de Exequiel 22:30:
“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha
delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo
hallé”
La pregunta que responde a la
interrogante arriba formulada es: ¿Qué hemos hecho nosotros para terminar con
la maldad del mundo; estamos tratando de vivir santamente, de comenzar por
casa? Cuando contestemos honestamente que hemos tratado, que hemos intercedido
por nuestra familia, por nuestro país, por los desconocidos que se pudren en el
infierno de las drogas, por los que no creen y que como consecuencia se
perderán eternamente, cuando seamos compasivos con los que nos odian, porque no
saben amar, entonces podemos preguntarle a Dios porque permite el mal.
Hemos consultado, entre otros, a
los siguientes autores, para responder a las preguntas: Ernesto Trenchard, J.I.
Packer, R.C Sproul, Josh McDowell.
Bendiciones
Te saluda
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
www.iglesiaheroesdelafe.org
email: raltez@gmail.com