Sunday, July 1, 2012

¿Porqué no podemos ver a Dios?

¿Porqué no podemos ver a Dios?
Una gran pregunta, sobre todo porque deja al Cristiano dependiendo de su fe. Pero la fe es eso mismo: “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Nuestra cultura en sí misma es una cultura donde para creer, hay que ver. Si dejas de ver a alguien por cierto tiempo, comienza a diluirse en tu mente, hasta que es un vago recuerdo. Estamos de acuerdo que es muy difícil vivir una vida dedicada a Dios sin verlo, sin tener pruebas tangibles de su existencia, como la tenemos de nuestra familia, de nuestro gobierno. La respuesta frecuente de los no creyentes es que cuando puedan ver, probar, tocar o oler, ellos creerán, pero no antes. Acá radica uno de los principales escollos del cristianismo, Dios no se percibe casi nunca por los sentidos naturales. Pero no es que Dios no sea visible, es que nosotros no lo podemos ver. No tenemos esa capacidad porque nuestra naturaleza, como es hoy, no alcanza a percibir su presencia en nuestra dimension natural. Dios explica que expulsó al primer hombre y su mujer de su presencia, y tomó los recaudos para que no pudieran volver al huerto donde habían sido colocados para tener comunión con Dios. El Todopoderoso bajaba diariamente a hablar, a caminar con Adán. No es solo cuestión de fe el poder percibir a Dios, es también el cambio que debe operarse en nosotros para acercarnos a su perfección, a su santidad, Dios le dice a su pueblo: “Sed santos porque Yo Soy Santo” Ese es requisito esencial para ver a Dios. Juan, es una de sus cartas, expresa: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” 1 Juan 3:2 El apóstol quiere significar que Dios está oculto a nuestros ojos ahora, su esencia, su sustancia, es invisible para nosotros; pero se acerca el día en que lo veremos en toda su Gloria y Majestad. Para ver a Dios tenemos que cambiar, tenemos que ser limpios completamente, transformados, purificados. El aire es real, lo respiramos, pero no lo vemos, ¿vamos a negar por ello que existe? Una de las afirmaciones constantes de las Escrituras es que nadie puede ver a Dios y vivir, y eso es precisamente porque Dios es Santo, y nosotros no lo somos. Incluso Moisés, con su rectitud, su humildad, le pidió a Dios que se mostrara, pero Dios no se dejó ver en plenitud, sino apenas un destello de su Gloria, “su espalda” dice la palabra, queriendo significar que el patriarca pudo ver apenas un reflejo, una muestra velada de su Bien. “Tu no verás mi rostro” le dijo. Y el problema radica no en nuestros ojos, nuestra incapacidad de ver a Dios está en nuestros corazones. Si nos dedicáramos a mejorar nuestro comportamiento, a no pecar, igual deberíamos pedirle ayuda, depender de Dios por complete, para poderlo percibir con nuestro espíritu. Jesús dice quienes verán a Dios en el conocido Sermón del Monte: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” Mateo 5:3-8 Dediquémonos a purificar nuestro corazón, entonces veremos a Dios. 

Hemos consultado, entre otros, a los siguientes autores, para responder a las preguntas: R.C Sproul, J.I. Packer, Ernesto Trenchard, Josh McDowell. 

Con agrado recibiremos tus comentarios. Nos ayudarán a mejorar nuestras respuestas a tan difíciles preguntas sobre Dios, la fe, la vida eterna. 

Tu hermano en Cristo 
Roosevelt Altez


Visítanos en http://iglesiaheroesdelafe.org/ email: raltez@gmail.com

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