Monday, January 7, 2013

El chacal de la trompeta


El divertido personaje del “show” de entretenimientos “Sábados Gigantes”, oculto bajo la túnica que protege su identidad, es, como sabemos, el responsable de hacer sonar el odioso instrumento cuando el participante que interviene en el concurso de cantantes aficionados, desafina al punto de ser insoportable.
La puesta en escena ha sufrido ligeras variantes, manteniendo al maldito de la máscara negra como el fatídico y último responsable por permitir la clasificación del cantante de turno. A veces abucheado, otras apoyado, su apodo y su fama se han extendido más allá de programa y es usado popularmente cuando alguien juzga con dureza o condena sumariamente a otros.
Le sigue a su intervención otra frase popularizada por el público, mientras la multitud apunta hacia afuera del escenario: “a los leones”.
El ser echado a los leones es el castigo por su desafinada interpretación.
¿Gracioso verdad?
Claro que los leones no son “de verdad”.
Esto nos recuerda el pasaje donde Daniel fuera echado al foso de los leones. Y por supuesto, Daniel no fue castigado por desafinar cantando.
El pasaje de marras, la historia completa, se encuentra en la Biblia, en el Libro de Daniel, de tan solo doce capítulos.
Y sin extendernos demasiado, mencionemos que el castigo fue por contravenir una orden del rey Darío, el medo. Tal edicto, fue tramposamente elaborado por los sátrapas, y gobernadores, para atrapar a Daniel en algo que violara una disposición real, la que en este caso fue su devoción de orar tres veces al día, de cara a Jerusalén.
Y a Darío le dolió, puesto que tenía Daniel en gran aprecio. Pero no podía derogar el edicto, que era, por las leyes de Media y Persia, irreversible.
¿Qué hizo el rey?
 - Ayunó.
Pero antes de autorizar el que el Profeta fuera echado al foso de los leones, le dijo: “El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.”
Larga historia, corta: Daniel fue preservado por Dios de ser devorado por los leones, y el rey mandó a los acusadores a ser arrojados dentro de la fosa, donde fueron comidos ellos y sus familias. Tremenda fiesta para los leones.
EL rey publicó un decreto que transcribimos: “Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones”
Darío no era judío, ni mucho menos cristiano (el hecho ocurrió aproximadamente 530 años A.C.), y por supuesto, no asistió a Sábados Gigantes a cantar.
Pero el rey poseía varias virtudes a resaltar: conocía las leyes y las respetaba, tanto que se sujetaba a ellas, reconocía  el valor de los buenos funcionarios de su reino, y detestaba la injusticia.
El monarca hizo también algo por su apreciado súbdito: ayunó, se privó de diversiones, y no durmió.
Y la mayor virtud: ante el milagro de haber sido mantenido vivo Daniel por toda una noche, en medio de leones cebados para comer carne humana, y seguramente hambrientos; proclamó un edicto, reconociendo y ordenando que Dios fuera temido.
¿Temido por cuánto tiempo?
No sabemos, pero el hombre olvida fácilmente. Lo que sí sabemos es el tiempo de su dominio, HASTA EL FIN.
Recogemos varias enseñanzas de esta sentencia y lo que siguió:
1)            Daniel no claudicó, ni dejó de orar ante la amenaza de muerte.
2)            El rey puso de sí mismo lo que pudo para que Dios librara de la muerte al siervo.
3)            Los malos fueron castigados de la misma forma que tramaron castigar.
4)            Dios fue glorificado.
Recordemos que, con o sin trompeta, el juzgar a los demás es asunto delicado y que: “con la vara que juzguemos, seremos juzgados”

Oramos en este momento para que todo los que accedan a esta lectura recuerden, cuando escuchen “a los leones” que Dios permanece por los siglos, que está pendiente de las oraciones y defiende a quienes le son fieles. Y que la ley de la siembra y la cosecha está vigente, y lo que sembremos, eso cosecharemos, malo o bueno, a su debido tiempo. En el nombre de Jesús. Amén

Bendiciones,
Te saluda tu hermano en Cristo.
Roosevelt Altez


No comments:

Post a Comment