Wednesday, August 23, 2023

Escudriñad las escrituras...

 





....pues ellas hablan de mí

Mucho se ha escrito sobre la Biblia; pero poco se ha leído. 

Encontramos en nuestro deambular cristiano, toda clase de creyente, y muchas iglesias (congregaciones), y en todas hay un factor común: la falta de conocimiento de las Escrituras. Esto lleva a la profusión de denominaciones, doctrinas, discrepancias, pero, sobre todo, distrae en el esfuerzo de alcanzar la meta para recibir la corona de vida. No es nuestra intención, ni lo vamos a hacer, el discrepar con nadie. Seguramente algunos pocos (aunque sea uno) será llamado a la reflexión y retornará a escudriñar la Palabra de Dios.

Una advertencia, nadie aprende a nadar en el desierto.

Hemos utilizado, como referencia y consulta: la Biblia, por supuesto; el sitio www.biblehub.com, y el libro de Howard y William Hendricks “Living by the Book” -El arte y ciencia de leer la Biblia-. 

 El Señor dijo, en Juan 5:39: “Escudriñad las Escrituras, pues ellas hablan de mí”

Escudriñar en griego es: ἐραυνᾶτε, transliterado; eraunate. Y aparece en también en los siguientes pasajes:

 Juan 7:52: “ Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta”

Romanos 8:27: “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”

1 Corintios 2:10: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”

1 Pedro 1:10-11: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

Apocalipsis 2:23: “ Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.”

El idioma español cuenta con este verbo sumamente descriptivo. En inglés no existe, deben usar “buscar” o “buscar con diligencia”

También es relevante el hecho de que, en los pasajes que aparece, a excepción de Juan 7:52, donde la acción es recomendada para negar a Cristo; el escudriñar es una tarea divina del Espíritu Santo, quien indaga, escarba, busca, entra en lo más recóndito del ser humano, y en lo más profundo de Dios. Esto debería llamarnos a reflexionar sobre lo que Jesús nos manda hacer, por diversas razones: la fundamental es que, cuanto más nos adentramos en el estudio, en el indagar, rumiar, degustar las Escrituras (aunque a veces nos resulten amargas), es que es el medio más efectivo para aumentar la fe, que viene precisamente haciéndolo. La otra razón, paralela a ésta, es que nuestra fe sale fortalecida, y podemos testificar, razonablemente, el porqué de nuestra esperanza. El escudo de la fe es invulnerable cuando la mente conoce en profundidad el significado de las palabras (la Palabra de Dios), sabe dónde se encuentran, quién las dijo, y cual fue, es y será el galardón o las consecuencias de su conocimiento o falta del mismo. La puesta en práctica, en la oración, nos afirma en el diálogo con Dios, en lo que pedimos, en lo que necesitamos, y en la fidelidad del Creador, Padre e Hijo, como seguridad que nos escuchan, y responden.

Pero lo más importante es el regocijo que nos sobreviene al entender en profundidad el Plan Eterno de Dios, el saber que Él está allí, disponible en todo momento. El conocer el temor reverente de alguien que nos ama con amor eterno, y por esa razón prolonga sobre nosotros su divina misericordia.

Como cristiano, el estudiar la Biblia no es una opción, es esencial. El no hacerlo trae aparejados riesgos enormes.

Enumeramos algunas razones:

1.     Se debe crecer continuamente. No hay término medio, si no creces, disminuyes. Al igual que el crecimiento normal de un ser humano, no podemos detenernos. Y la Biblia compara el alimento, desde la leche materna a la comida sólida.

Como dice en 1 Pedro 2:2: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,

La palabra clave acá es “actitud”, y también hambre. Como el recién nacido toma el biberón o el seno materno con sus manos extrae el alimento primero, esencial, así el cristiano debe tener sed, necesidad, de la Palabra.

2.- La otra palabra que a veces confundida con hambre, es apetito, no es cualquier palabra, no es cualquier alimento, es la Escritura. El Salmo 19:10 dice: “Y dulces más que miel, y que la que destila del panal”, 

¿A quién no le gusta la miel?

Algunos saben que es alimento, y leen, y estudian, pero les sabe a hierba seca cuando la mastican.

Pero aquellos que se deleitan en ella, la saborean, es dulce, es sabrosa, es alimento para el alma.

3.-   La otra palabra es propósito; ¿Cuál es el propósito de leer, de estudiar, de escudriñar las escrituras?: ¡Ellas hablan de Cristo! Y ese es el fin, el crecer a la imagen de Cristo. Es una transformación asombrosa.

Hemos visto como un gusano se transforma en mariposa, y no lo podemos creer, el insecto feo, desagradable, se convierte en un ser increíble, precioso. Y no es una buena comparación.

 4.- El estudiar la Biblia nos hace madurar espiritualmente:

Dice en Hebreos 5:11-14: “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”

El autor dice que tiene “mucho que decir” pero que es “difícil de explicar”. ¿Diremos que no hay revelación? ¿Culparemos al Espíritu Santo? No, es que no tenemos “oídos para oír”, nos hemos vuelto sordos.

¿Por qué?

Porque no le dedicamos suficiente tiempo. Cada día que pasa sin leer con deseo, ahínco, sed, nos vamos quedando sordos, deja de interesarnos.

¿Cómo medirnos?, el autor lo dice: cuando tenemos discernimiento del bien y el mal. No es conocimiento lo que adquirimos, es sabiduría, que implica obediencia.

No queremos extendernos demasiado, nos contentamos conque hoy hayan llegado hasta acá.

En la próxima hablaremos, entre otras cosas, de la efectividad espiritual.

Mientras, pueden leer 1 Timoteo 3:16-17.

 

Les saluda

Su Hermano en Cristo

R.J. Altez M.T.S.

Email: edicionesdelareja@gmail.com

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