¿Seguidores o
líderes?
“Sed pues, imitadores de Dios” Efesios 5:1
Cuando visitamos un
lugar nuevo, desconocido, necesitamos un guía, alguien que vaya delante de
nosotros para indicarnos el camino correcto, ya sea en una ciudad o en un lugar
agreste. Y por poco tiempo, mientras
disfrutamos de la aventura, descansamos del esfuerzo permanente de valernos por
nosotros mismos.
No nos gusta la idea
de ser dirigidos, es opuesta a todo lo que nos enseñaron. Somos desconfiados
porque lo hemos aprendido; cada día tomamos nuestras propias decisiones, y si
alguien quiere que hagamos lo opuesto a lo que teníamos planeado, recelamos;
preguntamos hasta tener la certeza que lo que vamos a hacer se ajusta a
nuestros planes, aun en las pequeñas cosas.
Si somos discípulos de
Dios, no podemos tomar la iniciativa, no podemos elegir nuestro propio trabajo
o decir lo que haremos; no tenemos que descubrirlo en absoluto, solo tenemos
que seguirlo. "Jesús le dijo: ̶ sígueme"
(Juan 21:22).
Todo lo que nuestro
Señor nos pide hacer es naturalmente imposible para nosotros. Es imposible que
seamos, llanamente, hijos de Dios, que amemos a nuestros enemigos, que
perdonemos, que seamos santos, puros, Es imposible para nosotros seguir a Dios
naturalmente; en consecuencia, debemos reconocer que, como somos, la designación
de discípulos no va a funcionar.
Allí es cuando enfrentamos
al dilema, de continuar como somos no podemos seguir a Cristo. ES donde la
necesidad del cambio se hace imperiosa. El cambio de mente, de líder a cordero
es algo imposible para nosotros.
“¿Quién, pues,
podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es
imposible; mas para Dios todo es posible” Mateo 19:26
Es algo que debemos reconocer,
en asuntos espirituales no podemos tomar la iniciativa. No podemos decidir por
nuestra cuenta, debemos "seguir al Cordero dondequiera que vaya", y si
Él no va a ningún lado, entonces nosotros tampoco.
Cuidado con seguir los
pasos de los seguidores, puede que no sean los caminos de Cristo.
Imitadores significa
hacer lo que Él hace, espiritualmente, sabiamente.
No es imitar gestos o acciones como monos irracionales.
De nuevo: Él es a
quien debemos imitar y seguir, pero primero debemos nacer de nuevo y recibir su
Espíritu, y luego caminar en el Espíritu. "Si alguno no tiene el Espíritu
de Cristo, no es de Él" Romanos 8:9.
El Gozo del Señor
“Estas cosas os he
hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo”. Juan
15:11
Si Jesucristo es la
vida de Dios y debemos seguirlo, debemos descubrir cuál era su gozo.
Ciertamente no era la felicidad. El gozo del Señor Jesucristo residía en hacer
exactamente lo que vino a hacer, esto es, la voluntad del Padre.
La salvación de los
hombres fue el resultado natural de esto, pero la gran obediencia de nuestro
Señor no fue a las necesidades de los hombres, sino a la voluntad de Su Padre,
y Él dice: "como el Padre me envió, así también os envío a vosotros".
Cristo no orientó su
vida a salvar almas, cuidado, vino a hacer la voluntad del Padre. Algunos
creyeron y fueron salvos, pero fueron muchos más los que no creyeron. Jesús
vino al pueblo de Israel porque esa era la promesa: “A lo suyo vino, y los
suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en
su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios.” Juan 1:11
Nos desviamos cuando
en lugar de seguir a Dios, seguimos la obra cristiana y a los trabajadores.
Nos preocupa mucho más
la pasión por las almas que la pasión por Cristo.
La pasión por Cristo
es el reflejo de su pasión por Dios.
La vida de Dios se
manifiesta en nuestro Señor Jesucristo, Él vino a hacer la voluntad de su
Padre; No importa donde Dios nos pone, ya sea al frente o en un segundo plano.
Cuando nos damos cuenta de esto, entonces la alegría del Señor es nuestra
porque estamos cumpliendo nuestro propósito regenerado. La pasión por las almas
no es en absoluto una idea del Nuevo Testamento, sino un comercialismo
religioso.
Cuando estamos
obsesionados con esta pasión, la alegría del Señor nunca es nuestra, sino solo
una alegría excitante como una trampa oculta.
Dios diseña nuestras
circunstancias como lo hizo con las de Su Hijo; todo lo que tenemos que hacer
es seguir donde Él nos coloca. La mayoría de nosotros estamos ocupados tratando
de colocarnos a nosotros mismos.
Dios cambia las cosas
mientras esperamos en Él. ¿Estamos cumpliendo el propósito de nuestra creación,
es decir, glorificar a Dios?
El signo de que
estamos glorificando a Dios no es que seamos felices; la felicidad es infantil,
individual y pagana.
Es natural que un niño
sea feliz porque un niño no enfrenta los hechos, pero un cristiano que solo es
feliz es ciego.
La forma en que la
vida de Dios se manifiesta en el gozo es en una paz que no tiene deseo de ser
nosotros alabados. Cuando un hombre entrega un mensaje que sabe que es el
mensaje de Dios, el testimonio de la realización del propósito creado se da
instantáneamente, la paz de Dios se establece, y el hombre no se preocupa del
elogio ni la crítica de nadie.
Esa es el gozo en
Dios, en la vida de Dios; es una vida inquebrantable, y nunca hay vida sin gozo.
¿Seguimos "al
Cordero por dondequiera que Él vaya"? Él nos llevará a través de la
oscuridad, a través de valle de sombras, a través de las cosas extrañas y
oscuras; debemos seguirlo "por dondequiera que Él vaya".
“Porque
el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de
aguas vivas, y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. Apocalipsis
7:17
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Jackson Altez
Magister Estudios Teológicos “Logos Christian University”
Escríbenos a: edicionesdelareja@gmail.com
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