Monday, March 25, 2013

Comunidad - iglesia - asamblea


El daño mayor que se ha ocasionado a la Iglesia de Cristo es llamar iglesia a los templos. De esta manera se ha tergiversado lo que significa iglesia, y esto es grave porque conduce a confundir el templo, el edificio, con el Cuerpo de Cristo, que son muy diferentes.
A excepción del primer templo de Jerusalén, edificado siguiendo el modelo del Tabernáculo de Reunión, por Salomón, pero con lo recolectado por David y planeado por el mismo, y donde, a pedido del rey, representando al pueblo, el Shekiná, la nube, el mismísimo Dios, se hizo presente en su inauguración, los templos son lugares donde se reúne la iglesia.
Iglesia viene del griego ekklesia, que significa “asamblea”. Podemos decir, a título de ejemplo que la comunidad está confundida, o que la iglesia está confundida, que la asamblea está confundida.
El templo en sí mismo es una edificación echa por los hombres y no tiene nada de presencia de Dios, de divinidad, porque no tiene lo esencial, que son los seres humanos teniendo comunión con otras personas, viviendo los problemas, los dolores, y compartiendo con el necesitado.
Tenemos amistades que han visitado templos budistas, mezquitas, templos hindúes, y nos han manifestado que en su interior había, se respiraba paz. Confunden silencio con paz.
El silencio es exterior, la sensación de paz al estar en un templo proviene del concepto que nosotros tenemos del edificio. En otras palabras, hemos asumido en nuestra mente, que en el lugar habita la presencia de un ser todopoderoso que nos trae paz, y con el preconcepto de que ingresamos a un lugar sagrado, y debido a lo dilatado del interior y su particular arquitectura, sentimos paz, es decir, estamos en silencio, con los ojos abiertos, admirando la obra del hombre.
Pero esto difiere en gran manera de lo que Dios mandó que se representase en el Tabernáculo, que fue la única edificación diseñada por Dios, el Dios de Israel, el Israel antiguo.
En aquel diseño existía un lugar, el Santísimo, que era pequeño, y al que no entraba nada de luz del sol, ni antorchas ni ningún otro ingenio que pudiera iluminarlo, este lugar estaba dentro del lugar Santo, donde sí había una lámpara, una mesa y un incensario.
Al lugar Santísimo sólo podía entrar el sumo sacerdote, una vez al año, a ofrecer sacrificios para que las maldades del pueblo fueran perdonadas.
Cuando muere Jesús, cuando exhala su último suspiro de hombre en la Cruz del Calvario, el velo se rasga de arriba abajo, completamente, porque su muerte nos da acceso al lugar santísimo, ahora en nuestros corazones.
Es decir, ese lugar Santísimo, está hoy en el interior, en el corazón, del cristiano.
Nosotros no vamos a la iglesia, nosotros somos parte de la iglesia, caminando hacia el templo donde, reunidos, la conformamos.
Cuanto más magnífica y adornada está la iglesia, menos de la presencia de Dios tiene. ¿porqué?
Leamos este pasaje: “…Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu casa me consumirá. Entonces los judíos respondieron y le dijeron: Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras? Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días? Pero El hablaba del templo de su cuerpo.  Por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado. Juan 2
Allí Jesús les dice que lo válido del templo es su propio cuerpo, su presencia, que el edificio no significa nada si Él no está presente.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y se reúne en templos, que por extensión, se llaman “Iglesia”. Ha habido ocasiones, como en Asusa (California 1906-1915), que la presencia de Dios ha permanecido en el lugar, por períodos limitados.
Pero Dios es la presencia suprema, y esta no se encuentra en el templo, si antes no la edificamos dentro de nosotros mismos, y no invitamos al Espíritu Santo, y con Él al Padre y al Hijo, a vivir en nuestro profundo ser interior.

¿Te animas a formar parte de ese Cuerpo?

Ven
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” Apocalipsis 21

Te saluda
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez



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