Tuesday, September 12, 2023

El brillo perdido


 

Toda joya, prenda de oro, u objeto precioso, cuando es nuevo, tiene ese brillo especial de recién acabado. El diamante permanece en su apariencia pura por más tiempo, pero, al contacto con el aire y sus impurezas también se opaca.

No sabemos a ciencia cierta la apariencia de Adán, pero tenemos indicios que su inocencia, su candidez, y el cuidado que pudo el Creador al hacerlo, lo hacía excepcionalmente bueno: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” Génesis 1:11

Dice el versículo 3:8 de Génesis, que Dios se paseaba por el huerto (Edén), al aire del día. EL original en hebreo implícitamente señala que era un paseo cotidiano. Dios estaba educando a su hijo sin prisas, disfrutando de la criatura, ignorante en su inocencia; que no tenía miedo, y todo era nuevo, asombroso. Dios le iba mostrando plantas, animales, toda la creación, enseñándole, encomendándole la tarea de nombrarlos. Fue en ese caminar diario que les mostró el árbol de la vida y el de la ciencia del bien y del mal.

Tal como la joya nueva, pulida, el ser creado brillaba en su inocencia y tenía acceso a la gloria de Dios, inmaculada, perfecta, sin mancha.

La desobediencia trajo el castigo, la caída, y todo se precipitó. El primer hombre perdió el brillo del candor, manchado por el conocimiento del mal, del pecado.

Pasa el tiempo y llegamos a Moisés, quien se reúne con Dios en el monte Sinaí, a recibir los mandamientos. Y al descender mostraba algo muy peculiar, Lo vemos en Éxodo 34:29: Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

Debemos enfatizar que la gloria de Dios, compuesta por todos sus atributos. En una definición acertada, de acuerdo al contenido bíblico como un todo, Bavinck dice que la Gloria de Dios es: “El esplendor y brillantez, asociado e inseparable con todos los atributos de Dios, y su auto revelación de su naturaleza y Gracia, la forma gloriosa en la cual se manifiesta invariablemente a sus criaturas”.

La inconmensurable pérdida de la gracia divina en la desobediencia de Adán, nos arrastró a tal estado de corrupción, que perdimos completamente nuestra relación con la Divinidad. Por pura misericordia se apiadó de nosotros, y atravesamos el Diluvio con Noe y sus hijos. Y luego, en “los lomos de Abraham” fuimos elegidos el Pueblo de Dios.

Israel, rebelde, desobediente e idólatra, casi es exterminado, pero Moisés intercede y nos salva.

Es en el rostro del patriarca que el resplandor de la Gloria del Todopoderoso aparece y asombra al pueblo acampado a los pies del Monte Sinaí.

EL Creador reitera en el resplandor del líder que el hombre fue hecho a Su imagen y semejanza.

El comentarista Ellicot acertadamente afirma:

El don fue perdido debido a la caída y no será restaurado en general hasta el momento de la restauración de todas las cosas. Sin embargo, mientras tanto, de vez en cuando, Dios se complace en restituir a alguno de Sus santos la gloria física, que es el símbolo de la pureza interna y la santidad, como lo hizo con Moisés en esta ocasión y posteriormente con Elías en el monte de la transfiguración.

También a Esteban. cuando compareció ante el Sanedrín (Hechos 6:15). Una gloria de esta índole, pero de una brillantez superlativa, era parte de la naturaleza humana de nuestro bendito Señor, quien normalmente la ocultaba, pero permitió que se manifestara temporalmente en la transfiguración, y de manera permanente después de Su ascensión (Apocalipsis 1:16; 10:1; 21:23; 22:5).

Es posible que la concesión de este privilegio a Moisés fuera necesaria para respaldar su autoridad entre un pueblo con inclinaciones mundanas e idólatras como los israelitas.

Recién descendido del monte de la visión, donde había contemplado tanto de la gloria de Dios como era accesible al hombre, le quedó un destello de Su luz y una extraña luminosidad se posó en su rostro, invisible para él mismo pero perceptible para todos los demás.

Así, la belleza suprema del carácter surge de contemplar a Dios y hablar con Él, y quien la porta no es consciente de ello.

Este brillo perdido, nos será restaurado con la glorificación del cuerpo en la primera resurrección.

 

Finalizamos nuestra reflexión como lo explica Pablo, el apóstol, en 2 Corintios 3:7-11:

Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras (las tablas con los mandamientos) fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,

¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?  

Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente.

Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

 

Bendiciones

 Tu hermano en Cristo

 Roosevelt Jackson Altez  M.T.S.

Escríbenos a: edicionesdelareja@gmail.com

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