“Apareció en el cielo una gran
señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de doce estrellas. 2 y estando encinta, clamaba con dolores
de parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra señal en el
cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez
cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4 y su cola arrastraba la tercera
parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró
frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan
pronto como naciese. 5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de
hierro a todas las naciones…” Apocalipsis
12:1-6
La mujer encinta que huye al desierto y es perseguida por el dragón ha
dado pie para muchas interpretaciones, unas más disparatadas que otras.
Conocida y reconocida es la frase de
que “La Biblia se interpreta a si misma”, tratando de esclarecer la verdadera
significación del personaje, hemos escudriñado las escrituras, y éstas nos explican
quién era, o es.
La gran
señal, (σημεῖον μέγα - sēmeion mega) en el griego original, quiere significar “una
espectacular maravilla que trae consigo un mensaje. Este es una alegoría, o
mejor decir, contiene en sí una alegoría. Se tipifica como “Gran señal”, y es
muy importante. Y como tal debe ser tenida en cuenta por el que recibe el
mensaje. La corona con las doce estrellas es, en principio, las doce tribus de
Israel – Sion-, de quien Jesús nació, y a quienes Jesús vino.
La mujer, indudablemente, tiene
relación con el Cristo revelado. De las doce tribus llegó el Cristo, de acuerdo
a la promesa, a la que refiere Pablo en Romanos 9:4-5: “que son
israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación
de la ley, el culto y las promesas; 5 de quienes son los
patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos”
Ella está
vestida con el sol, investida con el brillo sublime de Jesucristo, el Sol de
justicia; teniendo la luna bajo sus pies, las lunas nuevas y festivales judíos,
así como todas las cosas sublunares, cambiantes, terrenales;, y sobre su cabeza
una corona de doce estrellas; Un emblema de que está bajo la luz y guía de los
doce apóstoles.
Y ella,
estando encinta, clama con dolores de parto, sufriendo para dar a luz.
San Pablo
utilizó la misma metáfora (dolores de parto) y la aplicó a su predicación y
propagación del evangelio, en medio de tribulaciones y persecuciones, en
Gálatas 4:19. Pero las palabras de San Juan son mucho más fuertes y expresan de
manera más enfática los dolores y luchas que la iglesia soportó desde la
primera publicación del evangelio hasta el tiempo de Constantino el Grande,
cuando fue en cierta medida aliviada de sus dolores y dio a luz un libertador.
Al mismo tiempo, apareció un gran dragón rojo, que es el signo o símbolo
conocido del diablo y Satanás, y de sus agentes e instrumentos. Encontramos a
los reyes y el pueblo de Egipto, quienes fueron los grandes perseguidores de la
iglesia primitiva de Israel, distinguidos por este título en el Salmo 74:13: ;
Isaías 51:9; Ezequiel 29:3; y con igual razón y propiedad se puede llamar al
pueblo y a los emperadores de Roma, que fueron los grandes perseguidores de la
iglesia primitiva de Cristo, con el mismo nombre, ya que estaban actuados por
el mismo principio. Porque que el imperio romano estaba aquí representado, lo
evidencian claramente los caracteres y atributos del dragón. Es un gran dragón
rojo; y el púrpura o escarlata era el color distintivo de los emperadores,
cónsules y generales romanos; como lo ha sido desde entonces de los papas y
cardenales. Comentario de Benson, www.biblehub.com
Pero el
centro del mensaje no es el Mesías en sí, sino en las consecuencias de ello para
los cielos y la tierra. EL Cristo nace de las doce tribus, (Hija de Sion, Antiguo
Testamento) pero es Cabeza, y Novio de la Iglesia (Nuevo Testamento, Nueva
Alianza)
Isaías 54:5-6:
“Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu
Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado. Porque como
a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de
la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo”
Juan 3:29:
“El que tiene la esposa, es el esposo;”
2 Corintios
11:2: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo
esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”
Cantares 6:10;
La belleza y lo imperturbable de la Iglesia: “¿Quién es esta que se
muestra como el alba, Hermosa como la luna, Esclarecida como el sol, ¿Imponente
como ejércitos en orden?”
Cantares 6:9: “Mas una es la paloma mía, la
perfecta mía; Es la única de su madre, La
escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron
bienaventurada. Las reinas y las concubinas, y la alabaron”
La imaginería
de las doce estrellas tiene una dualidad inalterable: las doce tribus, y los
doce apóstoles.
“Vestida de
sol”. Representa la Gloria y belleza de la Iglesia de Cristo”
“La luna bajo
sus pies” La iglesia está sobre la luna, que representa todo lo que cambia: estaciones,
tiempos, todo lo que varía, desde las mareas a las cosechas.
La Iglesia
está pasando sobre el mundo no creyente, allí es perseguida, luego es seducida,
reacción de los incrédulos, y los paganos a su existencia.
Este es el
centro del significado del simbolismo del pasaje: la mujer y la bestia. La
mujer y la bestia, que es el mismo contraste que encontramos en Daniel, en el
hijo del hombre y las bestias. El hijo del Hombre proviene del cielo, así la
mujer es vista en el cielo. Las dos bestias se levantan respectivamente del mar
y la tierra. Su origen no es el cielo sino la tierra. Daniel observa el novio
viniendo visiblemente a reinar, Juan ve a la mujer cuya aparición al mundo es desde
el cielo, antes de la segunda venida del Señor.
De acuerdo con
el comentario bíblico de Jamieson-Fausset-Brown, la humanidad, en la medida en
que pertenece a Dios, es la mujer. Cristo, el Hijo de la mujer, es en
Apocalipsis 12:5 que enfáticamente es llamado "el varón" (en griego,
"huios arsen", "niño varón"). Aunque nacido de una mujer y
bajo la ley por el bien del hombre, Él es también el Hijo de Dios, y por lo
tanto el ESPOSO de la Iglesia. Como Hijo de la mujer, Él es "Hijo del
hombre"; como niño varón, Él es Hijo de Dios y Esposo de la Iglesia. Todos
los que se imaginan tener vida en sí mismos están separados de Él, la Fuente de
vida, y, estando en su propia fuerza, caen al nivel de bestias sin sentido.
Así, la mujer designa universalmente el reino de Dios; la bestia, el reino del
mundo. La mujer de la cual nació Jesús representa la congregación del Antiguo
Testamento de Dios. Los dolores de parto de la mujer (Ap 12:2) representan los
ardientes anhelos de los creyentes del Antiguo Testamento por el Redentor
prometido. Compara la alegría en su nacimiento (Isaías 9:6). Como la nueva
Jerusalén (llamada también "la mujer" o "esposa", Apocalipsis
21:2: “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Santa
Ciudad con sus doce puertas, que es la
Iglesia exaltada y transfigurada, así la mujer con las doce estrellas es la
Iglesia militante. Apocalipsis 12:1,2 Una mujer vestida con el sol, con dolores
de parto.
El Hijo de
Dios gobernará las naciones, y en tal derecho sus miembros participan de la
misma gloria. Esta bendita descendencia es protegida por Dios.
Bendiciones
Tu hermano en
Cristo
Roosevelt Jackson Altez
Magister
Estudios Teológicos “Logos Christian University”
Escríbenos a:
edicionesdelareja@gmail.com
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