Saturday, December 2, 2023

Jesús lloró




 No muchos lo saben, pero sí: Jesús lloró.
      Imagínate, Dios llorando.
      Se usa en poesía: las lágrimas de Dios, pero ¿Dios llorando?
      Lee conmigo el pasaje, mientras le pedimos al Espíritu Santo que nos ilustre sobre la magnitud del hecho:
      “María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
      Jesús lloró.       Juan 11:32-35”

      Esto nos proporciona una esperanza sin medida, imagínate, Dios Hijo llorando como un hombre normal, hijo de mujer y de hombre.
      ¿Porqué la esperanza? Porque estamos delante de Dios hecho hombre, no de dioses inventados que nos “sirven” a nuestros propósitos.
      En 1 Timoteo 3:16 dice que “Dios fue manifestado en carne” y en Hebreos dice que: “no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hebreos 4:15
      Las Sagradas Escrituras declaran que Él ayunó, que tuvo hambre.
      Tuvo sed. El mismo evangelio, el de Juan nos relata que Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. “Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber”

      Jesús era pobre en posesiones terrenales, literalmente no tenía nada. Además de haber nacido en un pesebre, en el primer año de su ministerio Él mismo expresó: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” Mateo 8:20
      Su familia se avergonzó de Él. Creían que estaba fuera de sí. Aunque esto no está dicho directamente, y las traducciones no hacen honor al significado del pasaje en griego leemos: “Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí” Marcos 3:20-21. Está claro que no son las autoridades porque enseguida dice: “Pero los escribas y fariseos…” es decir otro grupo que eran los que tenían la autoridad.

      Más adelante expresa: “Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle”, es decir, querían apartarlo de su cometido, de su misión, para hacerlos entrar en razones.
      Imagínate, el Hijo de Dios buscado para dar cuenta de sus actos a su propia familia. ¿No es para llorar?, claro, en esa ocasión no lo hizo, sino que señalando a los presentes, se limitó a decir: “He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”

      Sabiendo del fatal desenlace de Jerusalén, y de la ingratitud de sus habitantes lloró.
      Este es el pasaje: Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: !!Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” Lucas 19:41-44
      Lo acusaron de ser un bastardo, alguien que no se sabía quien era su padre.
      Los fariseos le dijeron: “Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios” Juan 8:41

      Estos y muchos otros versículos nos muestran a alguien que nos conoce, que nos entiende y que sufrió lo que cualquiera de nosotros puede haber pasado: incomprensión, acusaciones falsas, insultos, tentación.
      Dios nos comprende, esa es nuestra esperanza, y esa es la fe con la que debemos elevar nuestras oraciones.
      Cuando te sientas solo, sola, incomprendido, rechazado, pobre, desposeído, vuelve y lee este corto artículo, resumen de las aflicciones de Nuestro Jesús, el Santo.

      Oramos para que tu confianza se afiance con el conocimiento de que Aquel que está delante del Padre, pasó todas estas aflicciones y venció.
      Sin olvidarnos de su cruenta muerte y de su milagrosa resurrección.
      Recuerda:
JESÚS LLORÓ.
     
    Bendiciones

        Tu hermano en Cristo

        Roosevelt Jackson Altez

        Magister Estudios Teológicos “Logos Christian University”

 

Escríbenos a: edicionesdelareja@gmail.com

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