Monday, May 29, 2023

Cuidado con lo que pides

 


Cuidado con lo que pides...


El Señor le dijo a Samuel: "Obedece la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han rechazado a ti, sino a mí, para que no reine sobre ellos. Según todas las cosas que han hecho desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, así también te están tratando a ti. Ahora, obedece su voz; solo adviérteles solemnemente y muéstrales las prácticas del rey que reinará sobre ellos".

 

1 Samuel 8:7-9

 

¿Alguna vez has deseado algo, trabajado por ello, lo has conseguido y luego te has dado cuenta de que estás peor que antes? Tarde o temprano, la mayoría de nosotros descubrimos que no todo lo que brilla es oro, y por eso debemos tener cuidado con lo que deseamos, por lo que trabajamos y por lo que anhelamos.

En el octavo capítulo de 1 Samuel, el pueblo de Israel tenía muy claro lo que necesitaba. Y así pidieron e insistieron en "tener un rey que nos gobierne, como tienen todas las naciones" (1 Samuel 8:5). Pero al hacerlo, esencialmente rechazaron a Dios como Rey. Ya no querían ser conocidos como un pueblo santo y una nación distintiva. En cambio, deseaban liberarse del gobierno perfecto de Dios y ser absorbidos por la cultura circundante.

Ante esta petición, Dios les hizo una advertencia solemne: ¡Cuidado con lo que pides!

Él les daría lo que querían, pero su disposición para otorgarles un rey resultaría ser un acto de juicio por su solicitud insensata y falta de fe. Un rey tomaría a sus hijos como soldados y siervos (1 Samuel 8:11-14). Se llevaría sus mejores posesiones (v. 15).

Lo peor de todo, dijo: "Llegarán a ser sus esclavos" (v. 17).

En el libro de Romanos, Pablo relata la necedad de la humanidad que se manifiesta desde el Jardín del Edén a lo largo de toda la historia del mundo: aunque reconocemos que hay un Dios, no lo honramos y en cambio intercambiamos su gloria por ídolos que consideramos mejores (Romanos 1:21-23).

 "Y como no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a vivir según sus pasiones y deseos, y a sufrir las consecuencias naturales de sus elecciones” (vv. 28-31). El juicio presente de Dios no se ve en negarle a la humanidad lo que queremos, sino en permitirnos tenerlo. El pecado es su propia pena.

 

Qué fácil es declarar, ya sea con nuestros labios o a través de nuestras decisiones y acciones, que ya no queremos vivir bajo el reinado de Dios, que queremos ser libres para ser nosotros mismos y tomar nuestras propias decisiones sobre quiénes somos, lo que tenemos y en qué creemos.

Pero la bondad de Dios se manifiesta en no darnos lo que creemos imprescindible sino lo que necesitamos.

Después de mostrarles con el rey Saúl la inseguridad y la decepción que traería el rey que querían, Dios le dio a Israel el tipo de rey que no habían pedido pero realmente necesitaban: David. Y hoy nos ofrece al Salvador y Señor que nunca hubiéramos pedido, pero que desesperadamente necesitamos. Así que, al considerar lo que quieres en la vida, recuerda esto: Dios ya te ha dado lo que más necesitas al darnos a su Hijo. Y su bondad no se ve solo en lo que da, sino en lo que retiene, porque Él sabe mejor que tú lo que realmente necesitas en tu vida.

 

Esta reflexión apareció el 28 de Mayo en “True for Life”. La hemos traducido y adaptado.

 

 

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Te saluda tu hermano en Cristo:

 

Rev: Roosevelt Jackson Altez

 

 

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