Wednesday, November 1, 2023

¿Por qué me has abandonado?


 

¿Por qué me has abandonado?

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Mateo 27:46

 

El clamor de la Cruz es incompresible para nosotros. Los únicos que se pueden aproximar al umbral del entendimiento del clamor de Cristo en el Calvario no son los mártires, ellos sabían que Dios no los había olvidado, Su presencia era maravillosa. El solitario misionero que podía ser asesinado, torturado o muerto tampoco, ellos experimentaron la exultante cercanía de Dios. Conocían la cercanía de Dios. El estaba con ellos cuando el hombre los olvidaba,

¿Quién experimenta el abandono de Dios? Los que entienden la experiencia del abandono de Dios son hombres como Caín: "Mi iniquidad es mayor de lo que pueda ser perdonada" (Génesis 4:13); hombres como Esaú: ". . . un gran y amargo clamor"; hombres como Saúl: "Dios se ha apartado de mí, y no me responde más". Un Judas desesperado al darse cuenta de la tamaña consecuencia de su traición.

Si Nuestro Señor nunca hubiera conocido la "ausencia total de Dios", no podría haber sido un Salvador completo. La agonía que tiene a Dios detrás de ella puede convertirse en triunfo; pero piensa en la agonía en la que no hay Dios, ni en el Cielo ni en la Tierra, solo permanece el terror de una conciencia acusadora.

Ninguna simpatía humana puede tocar esa desolación. El hombre tiene la culpa de ello, y precisamente porque la tiene, ninguna simpatía humana puede alcanzarlo. Cualquiera puede sentir empatía por un pobre desafortunado y puede simpatizar con él, pero ¿quién de entre nosotros puede entender la agonía que va más profundo de lo que se puede expresar en palabras?

¿Quién, sino Jesucristo?

". . . la santidad, sin la cual nadie verá al Señor". Dios no puede mirar el pecado, y en la Cruz, el pecado del mundo y el castigo del mundo se encontraron en la persona del Hijo del Hombre. La Cruz de Cristo significa que la salvación de Dios va más profunda que las simas más abismales de la iniquidad que el hombre puede cometer. Ninguno puede escapar del alcance de Jesús: Él recorrió un camino de regreso al trono de Dios desde el mismo corazón del infierno con su tremenda expiación.

Hoy en día existe la concepción de que la Encarnación es algo completamente aparte de la idea de la Expiación. Según la Biblia, el Hijo de Dios se encarnó para llevarse el pecado de la humanidad. Antes de que un hombre pueda cargar con el pecado de una familia, debe ser miembro de ella; y Jesucristo asumió la forma de la familia humana que estaba maldita por el pecado, y en esa forma humana vivió una vida sin mancha, y mediante su muerte puede introducir a los miembros avergonzados de la familia humana en la vida que Él vivió. Nuestro Señor hizo suya la solidaridad humana: representa al pecador más vil del infierno y al santo más puro del cielo. Él se erige como el gran Representante de la raza humana, expiando su pecado. Es indescriptible lo que hizo: se identificó con las profundidades de la condenación para que la raza humana pudiera ser liberada. "Cuando hagas de su alma ofrenda por el pecado. . .". Alabamos a Dios por nuestra salvación, pero ¿alguna vez hemos pensado cómo llegó a nosotros? A través de la insondable oscuridad, más terrible de lo que ninguna mente humana puede alcanzar.

Cuidado con decir que Jesucristo asumió el pecado del mundo por simpatía; eso significaría que solo podemos asumir su justicia por simpatía. Jesucristo asumió el pecado del mundo al identificarse con él, y asumimos su justicia al identificarnos con él.

 " Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él"  2 Corintios 5:21

(Extraido, traaducido y adaptado de un devocional de Oswald Chambers)


Bendiciones

Tu hermano en Cristo

Roosevelt Jackson Altez

Magister Estudios Teológicos “Logos Christian University”

 

Escríbenos a: edicionesdelareja@gmail.com

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