Saturday, December 24, 2022

El Cordero en el pesebre, una reflexión navideña


 

El Cordero en el pesebre, una reflexión navideña

En muchos hogares se instala el “pesebre” unos días antes de navidad. Algunos no colocan el niño Dios hasta la nochebuena. Y se cena, se encienden luces y a las doce de la noche se “tiran cohetes” y la gente se saluda, deseándose “Feliz Navidad. Enseguida se abren los regalos.

Pero hay varios hechos históricos que se pasan por alto en la celebración. Comencemos que el colocar la figura del niño Dios es apenas un momento en el ritual polimórfico.

Y es bueno recordar.

Leamos como relata Lucas evangelista el nacimiento: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.  Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”

Algo que no está mencionado, obviamente posterior, es el nombre que le damos a la fecha, y para entenderlo nos remitimos a la etimología de la palabra: Navidad tiene su origen en el vocablo latino "nativitas" que proviene del verbo "nascor" (nacer), de raíz indoeuropea.

Lo siguiente es la profecía, pronunciada setecientos años antes, por Isaías, Capítulo 9: “…2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos…  6 porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.

Está hablando del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), quien nació en un pesebre.

Dos hechos que por lo general obvian pero es bueno enfatizar:

 Primero: ¿Dónde habría de nacer el Cordero, sino en un pesebre?, No había lugar en la posada para quien vino a salvar a los que se alojaban en ella (y luego a todo el mundo que fuera a creer en El).

El Pueblo de Judá era esencialmente pastoril. ¿a quién se anunció la buena nueva? ¿a los reyes y gobernadores del mundo? ¿a los ricos y poderosos?

Leamos rápidamente el pasaje siguiente de Lucas 8 al 15:

“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.”

Era necesario que un cordero puro y sin mancha fuera sacrificado para lavar el pecado de la humanidad, de acuerdo a la ley ordenada en Éxodo 12: “En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia…  El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. 6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer… Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto… 14 Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.

Segundo: fue el primer censo y Jesús fue contado con el resto de la población de la casa de David, que, de acuerdo con la genealogía de Mateo y Lucas, era lo prometido por Dios, ya desde Génesis 49: “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos. Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche”

Dios permitió, dispuso, que la raza humana, mediante ese censo (y hasta hoy), tuviera el privilegio de ser contada con Jesús: Emanuel (Dios entre nosotros), o dejar que El fuera contado, como hijo de hombre, con la raza humana, la sinécdoque de que todas las almas se incluyeran, o les fuera permitido, ser nombradas como aquel que vino a salvarlos (el Nombre sobre todo nombre), primero Judá, luego el imperio romano, y desde allí el resto del mundo.  

Nosotros somos como niños, desechados, inválidos, abandonados y tristes, si no somos propiamente asistidos y cuidados, así le sucedió a aquel envuelto en paupérrimos pañales. Él sabía desde antes de su nacimiento como hijo de hombre, la oposición que encontrarían María y José a ser alojados, en desdén a su pobreza.

Conocía (y conoce) nuestro deseo de darle a nuestros hijos buenas vestiduras y ser indulgentes hasta el cansancio con ellos. Estaba bien advertido de la envidia de los pobres hacia los ricos, y el desprecio de estos por los pobres.

Pero cuando nosotros, por fe, vemos al hijo de Dios hecho hombre naciendo en un pesebre, nuestra vanidad, ambición, son probadas. Al verlo allí, en el más humilde lecho, entre animales, no podemos mas que pensar la vanidad de buscar grandes cosas, cuando el mismo Dios, se humilló hasta lo sumo, pura y exclusivamente para salvarnos.

¡Feliz Navidad!

Tu hermano en Cristo:


Roosevelt Jackson Altez

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