Saturday, December 31, 2022

De tal manera amó Dios al mundo - La confusion de Nicodemo


 La confusión de Nicodemo

Juan 3:16-21

Acabamos de leer el encuentro de Cristo con Nicodemo, y la perplejidad del anciano ante la perspectiva del nuevo nacimiento. Una confusión que nace cuando el inquisidor fija los límites en lo conocido, en volver al vientre materno. Cuando el visitante es quitado de todo lo que cree saber, sacudido por la extracción súbita de un conocimiento enterrado bajo paladas de hipocresía, bajo capas de rutina nutridas con falacias extraídas de una verdad, la única, allá en el Monte Sinaí, mil quinientos años atrás. En su caso, dia tras dia, estación tras estación, año tras año, escuchaba, hablaba, participaba y generaba doctrina en el círculo de los maestros de la ley. Una ley que en sí misma no salvaba, sino que mostraba su inoperancia en los mismos frutos que generaba. La ley ponía de manifiesto la impotencia del hombre para vencer la transgresión que lo alejaba de Dios.

Entonces Jesús le hace la gran declaración.

De pronto el límite humano explota como un cristal recalentado.

El Sanedrin, los religiosos parecían haber olvidado la esencia del mensaje, el porqué de la ley dada a Moisés, en el monte que se sacudía, temblaba  y se incendiaba, entre el ensordecedor tronar como de cien mil cañones, El mismo dedo de Dios escribió los mandamientos. La razón no era aterrar aquel pueblo apenas rescatado de la esclavitud. Era mostrarle la senda de la santidad.

¿Porqué? Nada más que por amor.

Las Palabras de Jesús

Ahora Jesús le recuerda, sacude el ser interior de Nicodemo, como Dios sacudió el Sinaí, le dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.”

El mensaje tan repetido hoy dia, tanto que hasta ha perdido el sentido, entró como tirabuzón en los oídos del maestro de la ley, extrajo la cera de los canales espirituales, inundó el alma dormida con aquel: “ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, y dio vida al nuevo hombre, que humillado, amado, y silencioso se perdió en la oscuridad que lo ocultó para venir, ahora lleno de luz.

 

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Te saluda tu hermano en Cristo:

Roosevelt Jackson Altez

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