Tuesday, January 3, 2023

Disminuir para crecer, ese es el asunto

Aprendamos de Juan (el Bautista)

Disminuir para crecer, ese es el asunto

 

Juan 3:22-36

Crecemos dentro de nosotros mismos, obligados por un mundo que nos presiona. Es el sistema inmunológico que nos preserva de una sociedad agresiva, donde hay que hacerse lugar lastimando, porque el orgullo, al contrario del saber, ocupa lugar. Y claro, no se puede esperar nada de nadie, con las primeras decepciones es lo primero que aprendemos. Duele.

Esa nuestra elección nos lleva, día a dia, a alejarnos de Dios; centrarnos en nosotros es eso, retirarnos y arrinconarnos con las garras al frente. Aprendimos de nuestros pares, de los amigos, y lo aplicamos.

¿Y Dios?

¿Qué Dios? Si existe es sordo. O al menos es el sentir de la mayoría. Los otros, los pocos, somos preservados por la oración de Cristo, por allá por Juan 17:20-26

 Pero esto no siempre fue así.

Los primeros humanos, sin el pudor del conocimiento, no tenían desconfianza, ni sinsabores, vivían sin trabajar, cuidaban el huerto de Dios; lo que hacían era disfrutable, laboraban con amor. Eso puede haber durado mucho tiempo. Pero el mal ya estaba en el huerto, era una puerta prohibida, pero estaba. Moisés la llamó el árbol del conocimiento del bien y del mal. El bien lo conocían, el amor de Dios que se prodigaba en la Creación sin límites. Adán hablaba con Dios, el hijo único de Dios, el único creado, él y de él, su mujer. Hasta que un día, aciago, maldito, Eva abrió la puerta de sus oídos y la serpiente entró hasta su cerebro detrás de la nefasta curiosidad.

Y supo.

En consecuencia, ahora nos escondemos de Él. Como Adán, apenas somos capaces de coser unas hojas de higueras para cubrir una desnudez que antes no notábamos. Dios tiene que realizar sacrificios, hacer correr sangre para proveernos de algo que cubra nuestra indecencia. Somos incapaces, hasta hoy, de darnos cuenta de nuestro error, de nuestra maldad. Los que nos quedó del amor, fuerte como es, quiere sobrevivir como hierba en las grietas del concreto. Se acaba secando, prensado, sediento, ahogado.

La paga por el pecado es la muerte.  

Dios es Santo, Santo, Santo (Isaías 6:3). Extremada, superlativa, completo, indudablemente SANTO. Es eterno, por tanto, era todo esto antes de crear al hombre.

Ahora el hombre quiere que Dios cambie, y no admite que sea tan drástico. Dios es amor, pero ese es uno de sus atributos, otro es justicia, Dios es justo. Y los atributos se complementan, armonizan. Si uno fallara, entonces Dios no sería. Pero Él le dijo a Moisés que Él era, Es, en el eterno presente de su infinita existencia.

Hay un solo remedio (luego de entender, y aceptar que somos terriblemente malos, y no tenemos remedio). Luego de aceptar que Cristo es el sacrificio, absolutamente necesario, para lavarnos, limpiarnos, de nuestra maldad.

Leer Salmo 51.

Disminuir.

Hubo un hombre que dijo: “Es preciso (necesario, imprescindible) que yo disminuya para que él crezca” -Juan el Bautista, el mensajero de Cristo.

Para volver a algo parecido al estado de Adán, debemos disminuir, comenzando por entender, y para ello es menester escuchar, leer, rumiar, profundizar, las enseñanzas de Cristo.

Cristo es el segundo Adán, prometido por allá por Génesis 3:15, justo después de la maldición. Todo se desmoronó al conocer el mal, la inocencia fue lo primero. De confiar en Dios, pasamos a escondernos de Él. Nos llenamos de orgullo, de envidia, de rencor. Todo eso entró en nuestros corazones y ahí permanece. Para quitarlo, para soltar la carga que nos abruma, no tenemos otra opción que, racionalmente, reconocer nuestra maldad, y tomar la medicación. Beber

¿Beber?

Sí. De los ríos de agua viva para no volver a tener sed.

Disminuir para que Jesús crezca en nosotros.

Y con El dejar entrar todas las promesas de Dios.

Sencillo: “Escudriñad las Escrituras pues ellas hablan de mí”

Los versículos completos: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Juan 5:39-40

 

Si te gusta, comparte.

 

Te saluda tu hermano en Cristo:

Roosevelt Jackson Altez

Puedes comentar o escribirnos a edicionesdelareja@gmail.com

No comments:

Post a Comment