Tuesday, February 7, 2023

¿Saldrías sin saber adónde vas?

La voz


 ¿Saldrías sin saber adónde vas?

“… y salió sin saber a dónde iba” Hebreos 11:8 

Sí, se refiere a Abram (luego Abraham). Pero ¿Se han preguntado la razón por la cual el patriarca obedeció la voz?

Abraham “servía dioses extraños”, de acuerdo con Josué 24:2; él y toda la familia tenían sus altares familiares de terafines. El patriarca nunca había escuchado la voz de ningún dios, porque simplemente no hablan. Tal como sucede hoy con los santos católicos, la santería y otras religiones, la constante adoración, servicio y ruegos a las figuras que tienen orejas pero no oyen, llevan al monólogo; aunque la ansiada respuesta puede materializarse por casualidad: los vientos, que traen la esquiva lluvia ansiada, o la azarosa vida del enemigo, que muere en una reyerta, el idolo inerte no es el responsable, pero “sobrevive”. El adorador se acostumbra al silencio, y en verdad nadie espera que los dioses respondan. No obstante, la dependencia es tal que lleva incluso a mudarse con las figuras  y llevarlas a otra tierra, algo imprescindible para que las cosas funcionen, como Raquel lo hizo con Labán su padre. (ver Génesis 31:19-21)

Más un día, Abraham escucha una voz que le ordena salir sin saber adónde va, con la promesa de que, en el trayecto, se le indicará el destino. Y claro, llama su atención. Algunos humanos tienen más percepción que otros. Como David, que, en continuo contacto con el entorno, en la inmensa soledad de las colinas, ve y escucha a Dios continuamente en las voces de la naturaleza, en la grandiosidad de esa creación que lo abruma.

Abraham no sale de su asombro, tanto le impresiona aquel mensaje que no para de resonar en su cabeza. Va y habla con su padre. Le dice:  ̶  me voy ̶  , lía sus bártulos y sale con Sara y Lot.

Una pregunta simple: ¿has salido sin saber adónde vas? Es improbable que lo hayas hecho. Pero supongamos que sí. ¿Qué contestaste cuando alguien te preguntó adónde ibas?  Sencillamente no tendrías respuesta, o no te creerían si dices que no sabes.

Mientras caminas a lo desconocido, te enfrentas a la pregunta de todo cristiano, ¿qué debo hacer? No tienes idea, de lo único que tienes certeza es que Dios sabe lo que hace.

Esto no debería generar dudas, pero usualmente sucede. Entonces ¿qué hacemos? Debemos continuamente revisitar nuestra relación con el Creador, nuestra fe, nuestra actitud hacia el Todopoderoso.

Confiar.

Pero si como Abraham, David, y otros tantos héroes de la fe, oímos la voz de Dios, entonces obedecemos, “endurecemos el rostro” y seguimos adelante.

Cada mañana es un salir de Abraham, esperando en Dios y regocijándonos en su accionar.

“No te preocupes por tu vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir” Mateo 6:25-26

¿Le has preguntado a Dios que va a hacer? Nunca te lo dirá. La seguridad está en que Él Es. Simplemente eso. 

¿Vas a creer en el Dios de los milagros, y someterte a su voluntad hasta que nada de lo que haga te sorprenda?

Esa certeza es fe. Esa convicción se aprende, fuera de credos, fuera de la experiencia. No hay nadie que se interponga, ni nadie necesario entre Dios y tu persona.

El que te ama como a la niña de sus ojos, hará.


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Te saluda tu hermano en Cristo:
Roosevelt Jackson Altez

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